Mauro CamillatoLos dilemas de Binner. Zafó de emular a Chacho Álvarez, pero puede convertirse en un nuevo Reutemann

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Por Mauro Camillato

 Luego de los resultados de la primaria en Santa Fe Hermes Binner pasó a ser el dirigente político más “tironeado” del presente argentino.

El gobernador fue pretendido como compañero de fórmula por el radical Ricardo Alfonsín, en tanto desde Proyecto Sur todavía insisten en procurar que sea el candidato a presidente en alianza (perdón por la palabra) con el GEN y el juecismo cordobés.

Lo cierto es que lo que parecería ser una situación ideal e envidiable para cualquier dirigente político, para Binner comienza a convertirse en una pesada carga. Su decisión de no sumarse a una fórmula con Alfonsín terminó siendo coherente con sus principios ideológicos y programáticos, ya que a pesar de haber ofrecido un perfil de centroizquierda, el hijo del ex presidente finalizó acordando con Francisco De Narváez y a Javier Gonzáles Fraga. De todas formas habrá que esperar la repercusión que el alejamiento nacional provocará dentro del Frente Progresista en la provincia. Aunque no hay duda que a esta altura el acuerdo con ciertos sectores de la UCR es sólo “un matrimonio por conveniencia

Al respecto, también habrá que ver cómo le caerá a los radicales la posibilidad de que el gobernador santafesino termine cerrando con Proyecto Sur y aliados (en este sentido, quizá en un lugar más difícil que el de Binner hoy estén los radicales más frentistas, que tienen a Lisandro Enrico como principal referente en nuestra región,).

Haciendo un paralelismo forzado con recientes acontecimientos de la historia Argentina, Binner zafó de devenir una especie de Chacho Álvarez si acompañaba a Alfonsín. En tanto hoy se debate entre ser una especie de Carlos Reutemann del progresismo (es decir, volverse otro presidenciable que luego de muchas vueltas acaba por diluirse en "puede ser") , terminar siendo un candidato testimonial como tantos de la izquierda de nuestro país o en empezar finalmente a construir un camino largo y sinuoso para el socialismo a nivel país (quizás como el que elaboraron en Santa Fe) .

Binner zafó de ser un nuevo Chacho Álvarez

Carlos “Chacho” Álvarez fue el dirigente de centroizquierda que mayor prestigio, intención de votos y que más expectativas despertó en la Argentina de los 90.

Sin embargo varios errores estratégicos y un apuro desmedido de llegar al poder “sea como sea” lo terminaron desapareciendo de la consideración pública. De hecho su traspié más importante fue armar una fracasada Alianza con los radicales, por entonces liderados por el sector más conservador de ese partido (debe recordarse que la consideración pública de la figura de Alfonsín padre en ese entonces no era la misma de hoy). Todo ello derivó en una fórmula con alguien como Fernando De La Rúa. La historia, no hace falta continuar contándola, sabemos cómo termino.

El paralelismo con el pretendido acuerdo que planteaba Ricardo Alfonsín para que Binner sea su candidato a vicepresidente es cercano. Ahora, y teniendo en cuenta quién fue el elegido para ser el reemplazante del dirigente santafesino (Javier González Fraga)y la sumatoria de la ya sabida inclusión de Francisco De Narváez como el candidato en la provincia de Buenos Aires, no hay duda que desde el centenario partido se pretendía presentar una propuesta para seducir al sector de centroderecha del electorado. Y en esa estrategia “se lo llevaban puesto” a Binner y quizás al partido socialista por completo, como le pasó a Chacho Álvarez y al Frente Grande.

Binner, ¿un Reutemann progresista?

A pesar de las abismales diferencias ideológicas y programáticas, ambos dirigentes tienen varias cosas en común, al menos en lo que a consideración pública se refiere, empezando por que los dos fueron gobernador de Santa Fe y que además terminaron sus respectivas gestiones con una alta imagen positiva. En su imagen pública ambos se manifiestan moderados, parcos, de pocas palabras, evitan las definiciones polémicas, aunque el actual gobernador tiene una clara formación ideológica, cualidad de la cual carece el ex corredor de fórmula uno.

Ambos fueron y son la “esperanza blanca” de cierto sectores del poder, aunque a Reutemann se lo identifique como un candidato de centroderecha y a Binner de centroizquierda. A pesar de las diferencias, los dos son también votados por un mismo y mayoritario electorado más bien conservador (aquél al que le cabe el prefijo "centro" y no el resto de la palabra compuesta).

Tanto el uno como el otro puede "mostrar gestión", algo que no muchos postulantes a presidir el país están en condiciones de hacer.

De todas formas, cabe destacar que las diferencias entre los dos dirigentes son siderales y de hecho cada uno de ellos estaría feliz si el otro no existiera (tienen una especial rivalidad). Lo cierto es que hoy Reutemann es casi un ex político después de haber coqueteado varias veces con ser candidato a la presidencia y de no terminar animándose.

Para Binner se abre la gran incógnita sobre si finalmente culminará haciendo lo mismo que su archirrival santafesino o si se animará a ser postulante al sillón de Rivadavia o en todo caso a empezará a construir un largo camino hacia él.

El largo y sinuoso camino

Algunos medios de comunicación porteños anuncian que el líder socialista tendría definido ser el candidato a presidente en alianza con Proyecto Sur, el GEN y el partido Nuevo de Córdoba de Luis Juez. Sin embargo, otra versión indicaría que finalmente participaría como primer candidato a diputado nacional en una lista propia. Cualquiera de las opciones tendría diversas consecuencias para el futuro político del gobernador santafesino.

La opción de presentarse como aspirante a presidente lo puede conducir al riesgo de terminar convertido en un candidato sin chances reales, de esos que han abundado en la historia de la política de la izquierda nacional. Aunque antes de confirmar tal diagnóstico, habrá que esperar cuál va a ser el impacto de tal decisión, ya que es cierto que, más allá de sus posibilidades, su entrada en el juego cambiaría radicalmente el mapa electoral. Significaría entre otras cosas, la posibilidad de pelearle votos a Cristina por izquierda, algo que hoy ninguno de los otros postulantes con pretensiones puede hacer (las últimas decisiones radicales confirman este dato). Pero además, sería el primer candidato de dicho sector ideológico que por primera vez en la historia Argentina puede mostrar gestión.

También una postulación presidencial le permitiría a Binner, sentar un mojón (debería sí o sí cosechar una buena cantidad de votos) y luego dedicarse, liberado de cargo alguno a recorrer el país y tratar de armar una estructura de la cual carece, algo parecido a lo que hizo en Santa Fe. Para esta opción existen dos limitantes importantes, por un lado la falta de recursos para afrontar una campaña nacional y por el otro el limitante de su edad (hoy cumple 68 años) que no le permitiría armar algo a largo plazo.

Si Binner renuncia a sus pretenciones individuales y se dedica al gesto histórico, es importante acotar, que el socialismo tiene recambio de nombres, que lo que permitiría pensar en otras opciones a largo plazo apadrinadas por su nombre y prestigio:  Antonio Bonfatti podría ser una, si finalmente triunfa en las elecciones provinciales y hace una buena gobernación, y hasta la de Miguel Lifschitz.

Habría que agregar que dicha opción también le podría complicar puertas adentro de la provincia la coalición con el radicalismo.

Por otra parte, la segunda opción le permitiría también dedicarse a recorrer el país, quizás en menor medida, pero también le exigiría la necesidad de tener un protagonismo importante en la legislatura. Lo positivo de esta opción es que no tendría tanto costo para adentro del Frente Progresista a nivel provincial.

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