Mauro CamillatoOpiniónAmenazas narcos en Venado Tuerto: el riesgo de replicar la situación de Rosario

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Mientras los flashes se centran en lo que está sucediendo en Rosario, que provocó que en los últimos días salga eyectado el tercer ministro de Seguridad desde la asunción del gobernador Omar Perotti, por acá el panorama se complica día a día.

¿Se está a tiempo de evitar que Venado Tuerto culminé replicando una situación similar a la que vive Rosario?

Por ahora, estamos lejos, aunque compartimos ciertos “males”. Enfrentamiento de bandas narcos, balaceras, amenazas a dirigentes y a organismo oficiales, son algunos de los hechos que se repiten en ambas ciudades. Claro, que la diferencia fundamental es que en Rosario, a todo esto, se les suman atentados a organismos públicos (acá también hubo alguno, pero en menor medida) y a medios de comunicación, y una creciente ola de homicidios que no parece tener fin.

Así las cosas, se está a tiempo de “meter manos en el asunto” y evitar que la situación empeore.

A las series de amenazas que recibieron, en el mes de diciembre el intendente, Leonel Chiarella, el senador provincial Lisandro Enrico y la fiscal de Melincué Susana Pepino; ahora se le suma una nueva tanda que incluye nuevamente a Chiarella y Enrico y agrega al fiscal federal Javier Arzubi Calvo y al juez federal, Aurelio Cuello Murúa. También, aunque no trascendió, el celular de una radio local fue receptor de un mensaje intimidatorio. Todas las amenazas llegaron mediante la aplicación WhatsApp y habrían sido emitidas desde celulares que portan reconocidos narcos que se encuentra presos en unidades penitenciarias federales (Nahuel Novelino y/o Matías Álvarez). En uno de los casos, uno de ellos se encargó de atribuirse la autoría, aunque habrá que esperar que avance la investigación para poder dilucidar si esto es tan así. De todos modos, el último jueves Cuello Murúa indagó a Novelino, quién se encuentra detenido en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz por la una de las tandas de amenazas.

Matías Álvarez, alojado en la cárcel de Rawson, es el otro que podría ser indagado en los próximos días. Los últimos mensajes fueron emitidos desde un celular con característica justamente de Rawson. Además, otro dato que tienen en cuenta los investigadores es que en los últimos días “casualmente” se está desarrollando en la Casa del Bicentenario de Venado Tuerto, un juicio del Tribunal Federal de Rosario que tiene como uno de los acusados al mismo Álvarez.

De este modo, la situación por acá se torna cada vez más alarmante y no solo preocupa la posibilidad de que empiecen aparecer víctimas fatales como consecuencias del enfrentamiento de bandas narcos, sino también inquieta la posibilidad de que algunas de las amenazas contra figuras públicas se concreten. Por ahora, hay que recordar atentados menores que hubo poco tiempo atrás contra la anterior sede del Ministerio Público de la Acusación (MPA) o el desbaratamiento de abril del 2021 del plan contra la vivienda particular de Chiarella.

Pero, la pregunta que empieza a resonar cada vez más fuerte es: ¿Cuánto falta para que “un soldadito” de cualquiera de las bandas culmine pasándose de rosca?

De hecho, una de las características de las tres bandas detectadas (hay otra más, aparte de las nombradas, también dirigidas desde la cárcel) es su escaso nivel de profesionalismo, y por ende la posibilidad de que ocurran imprevistos es más cercana aún.

Como sea, es menester, como dijimos líneas atrás, “meter manos en el asunto” y esto significa la necesidad de abordar de manera integral el problema, se precisa de un plan. La persecución y encarcelamiento no es suficiente, esto lo demuestra que, más allá que los principales líderes de las bandas estén en prisión, la problemática sigue existiendo y hasta se incrementó. Es más, es en las unidades penitenciarias donde estas bandas lograron complejizarse, relacionándose con otras de Rosario.

Claro que, para tener un plan, se requiere consenso y acuerdos entre los distintos estamentos. Nada fácil en los tiempos que vivimos.

Lo sucedido en los últimos días en la provincia de Santa Fe, demuestra que esto está muy lejos de lograrse. Es que luego de la salida/caída del tercer ministro de Seguridad desde que asumió Omar Perotti como gobernador (con promesa de “paz y orden”, incluida) lo que quedó expuesto, es la falta de un plan. Un plan integral, que va más allá de la infructuosa persecución punitivista de las distintas bandas. Encima, para que algo así exista se requiere de “acuerdos” entre Nación y Provincia. El enfrentamiento discursivo, inoportuno y hasta infantil, entre Perotti y el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, es una señal inequívoca de que el camino elegido es otro.

Así, a poco menos de 200 kilómetros, corremos el riesgo de replicar en menor escala lo sucedido en Rosario. Estamos a tiempo de evitarlo.

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