Mauro CamillatoOpiniónAbstencionismo sin precedentes: la señal que la política local no debería ignorar

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Pasada ya una semana de las elecciones legislativas del 29 de junio, no hay dudas que el dato más inquietante sigue siendo el alto porcentaje de abstencionismo. De hecho, en Venado Tuerto la contienda electoral dejó para el análisis una paradoja elocuente y alarmante: mientras el oficialismo celebraba una victoria amplia en términos de bancas, más de la mitad del electorado decidió no concurrir a votar. Con una participación que apenas alcanzó el 42,29% del padrón, el gran ganador de la jornada fue, otra vez, el abstencionismo.

Aunque es cierto que la baja participación se repitió en la mayoría de las localidades de Santa Fe, lo más llamativo es que en Venado Tuerto el ausentismo fue más contundente. Solo basta comparar con las otras ciudades más importantes de la provincia: en Santa Fe capital la concurrencia fue del 46,47%, en Rosario del 48%, en Rafaela del 52,45% y en Villa Gobernador Gálvez alcanzó el 46,34%. En toda la provincia, Venado Tuerto solo fue superada en este triste récord por dos localidades: la vecina Villa Cañás, donde votó apenas el 37,43% del padrón, y Frontera, en el departamento Castellanos, donde tan solo participó el 36% del electorado habilitado. En ese contexto, el llamado de atención para la dirigencia local es más que elocuente.

Más allá de esto, el oficialismo logró su objetivo estratégico: retener la mayoría en el Concejo y mantener a Juan Ignacio Pellegrini como principal figura de proyección para 2027. Aunque, tras el recuento definitivo, el clima triunfalista se vio opacado por la pérdida de una de las bancas que en el escrutinio provisorio aparecía como propia. Es que finalmente, se confirmó que el quinto espacio en disputa fue, por una diferencia de solo tres votos, para la representante de La Libertad Avanza (LLA), Marisel Fabiani.

Este cambio, a pesar que estaba entre las posibilidades, no cayó nada bien en San Martín y Marconi. Más allá de que la hegemonía en el legislativo sigue garantizada, la banca en el Concejo lograda por LLA significa la irrupción de un nuevo espacio en el espectro político venadense. Partido político que, encima, le disputa el voto por derecha.

¿Cómo se explica el creciente abstencionismo?

De todos modos, lo que más debería preocupar a toda la clase política venadense, pero sobre todo al oficialismo es que más de la mitad de los ciudadanos habilitados para votar no hayan concurrido a las urnas.

Existen diversos estudios que intentan explicar las causas del crecimiento abstencionismo. Algunas tienen raíces estructurales: desconfianza en las instituciones, descreimiento en los partidos tradicionales, campañas sin propuestas ni debates, y un clima general de apatía política. Otras responden a factores generacionales: los jóvenes, en particular, sienten que el sistema no los interpela, que sus problemas no tienen eco en las agendas partidarias, y que sus voces están condenadas a no ser escuchadas.

Claro que detrás de todo esto está en juego un futuro nebuloso. Lo que está en riesgo es, ni más ni menos, que nuestro sistema democrático, que sigue siendo, como alguna vez nos recordó Winston Churchill, “el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.

Elección tras elección, el voto deja de ser un acto colectivo de soberanía para convertirse en una excepción cívica.

Algo de eso advirten los politólogos de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en el reconocido libro  “Cómo mueren las democracias”, donde sostienen que las democracias ya no mueren por golpes de Estado, sino por desgaste. Por erosión interna, por indiferencia ciudadana, por normalización del desapego. Y ese proceso comienza, muchas veces, con el silencio de las urnas.

El posible regreso de los tres tercios

Como sea, otro dato político que deja esta elección (y que resuena con fuerza en las usinas de poder provincia) es la reaparición del escenario de tres tercios. Aunque aún tímida, la irrupción de LLA, sumada a la resurrección del PJ que encontró en Ciudad Futura (CF) la posibilidad de reconfigurarse tras su caída libre, vuelve a fragmentar el mapa político santafesino.

Aclaración aparte: la supervivencia del tercio libertario dependerá, en buena medida, de la estabilidad del gobierno nacional. Si Javier Milei logra mantener a raya la inflación y evitar que estalle la macroeconomía, su espacio podría sostenerse e incluso crecer. Pero si el ajuste se vuelve insostenible o si el desgaste erosiona la imagen presidencial, es probable que su representación quede reducida a una anomalía coyuntural.

Por otra parte, la alianza entre CF y el PJ (ya oficializada en Rosario con su resonante triunfo) comienza a perfilarse como una estrategia inevitable en otros puntos de la provincia. En Venado Tuerto, donde el justicialismo se quedó por primera vez sin banca, parece claro que en la próxima elección deberá aliarse con CF si pretende seguir siendo competitivo.

Este rediseño del sistema político santafesino empieza a preocupar a futuro al oficialismo provincial. Unidos nació como un frente amplio con un objetivo central: evitar el retorno al modelo de los tres tercios y polarizar directamente con el peronismo. La aparición de LLA  como un nuevo actor en la política santafesina rompe ese diseño y agrega un factor disruptivo que descoloca la ingeniería electoral de Maximiliano Pullaro y compañía.

Las grietas internas del voto oficialista

Pero la preocupación no termina en la fragmentación opositora. Los resultados de esta elección dejaron otro mensaje claro: importantes sectores sociales que fueron clave en anteriores victorias oficialistas, hoy votaron en contra o directamente se ausentaron. Entre ellos, el sector docente, cada vez más molesto con la política educativa del gobierno provincial, que no solo sienten como injusta, sino también como ofensiva por el tono y contenido de algunas declaraciones de funcionarios.

Lo mismo ocurre con los jubilados estatales, que siguen expresando un profundo malestar por los efectos de la reforma previsional que impactó directamente en sus haberes, y con los trabajadores judiciales, otro colectivo que se siente maltratado por el actual gobierno. A ellos se suma un amplio sector de empleados públicos provinciales, que sienten que han perdido derechos y condiciones de jubilación en nombre de una eficiencia que no los incluye.

El gobierno de Maximiliano Pullaro deberá leer estas señales con atención. Porque puede seguir ganando elecciones con baja participación y fragmentación opositora, pero si continúa tensionando el vínculo con sectores históricamente aliados, puede quedar atrapado en su propia eficacia: administrar sin respaldo emocional, ganar sin consenso, ejercer el poder con una legitimidad cada vez más delgada.

Esa advertencia también debería ser tomada por la gestión de Leonel Chiarella en Venado Tuerto. Hasta hace poco el mandatario local, permanecía impoluto ante el desgate que sufría su correligionario en la gobernación, pero algo cambio en los últimos meses. Los errores no forzados que significaron la marcha atrás en el proyecto original de la pista de atletismo en el Parque Municipal, luego del rechazo de vecinos por la tala de árboles históricos, y lo ocurrido con la remodelación de la Plaza San Martín, que debió rediseñarse tras fuertes cuestionamientos, son signos de cierta desconexión con el electorado que se hizo sentir en las urnas el último 29 de junio. A esto hay que agregarle el conflicto desatado con los trabajadores municipales, posterior a la amenaza de descontar un día de paro. Por más, que la medida no se plasmó posteriormente, demostró una mimetización con ciertas decisiones del gobierno provincial, que hasta ese momento al ejecutivo local no lo alcanzaba.

La administración local deberá tener en cuenta, que más allá de los evidentes logros (entre ellos, la concreción de obras públicas largamente esperadas por los venadenses) de un cambio en el sentir ciudadano. Quizás, paradójicamente, el daño más fuerte que sufrió la gestión Chiarella fue el histórico 82% de los votos logrados en la elección a intendente en el 2023. Ese altísimo e inigualable apoyo pudo haber derivado en un exceso de confianza que terminó generando distancia con sectores del electorado.

El amor perdido

Nancy Fraser, en Contrahegemonía ya!, plantea que la política debe volver a enamorar, reconstruir proyectos colectivos que combinen redistribución e inclusión simbólica. Pero para eso es necesario: autenticidad, vocación transformadora y líderes que provoquen esperanza en lugar de resignación.

En Santa Fe y en Venado Tuerto, como en buena parte del país, la política parece haber perdido esa capacidad de conmover. Por acá el oficialismo logró su cometido, ganó. Pero, en el camino perdió muchos votos. El mensaje es claro: se ganó “sin enamorar. Y, como toda relación sin pasión, esa victoria podría tener fecha de vencimiento.

Si el futuro político de la provincia y de la ciudad finalmente se podría encaminar hacia una lógica de tres tercios —con Unidos, Ciudad Futura (en alianza con el PJ) y La Libertad Avanza disputando el electorado—, entonces el desafío es doble: no solo construir mayorías electorales, sino también reconstruir el vínculo roto con la sociedad. Recuperar la legitimidad, no solo la legalidad.

Porque si más de la mitad del pueblo decide no participar, la democracia sobrevive en los papeles, pero se debilita en los hechos. Esto debería ser tomado en cuenta por todos los actores políticos, incluso por los que ganan.

 

Ver nota anterior: Hegemonía oficialista y baja participación: el escenario político que dejaron las elecciones en Venado Tuerto

 

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