Mauro CamillatoOpiniónTensar la cuerda

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La semana pasada describíamos la insólita e inexplicable derrota política que sufrió el PJ en el Concejo venadense en la elección de autoridades del legislativo local.  Así, destacábamos que el peronismo se abstuvo de participar de cualquier negociación previa e insistió con su porfía de nominar para la presidencia del cuerpo a Emilce Cufré a pesar de que no tenía los votos previos para lograrlo.

Salvando las enormes distancias entre los casos, similar situación culminó ocurriendo en la cámara de Diputados nacional en la votación por el Presupuesto 2022. Aunque lo que se discutía en el parlamento nacional era un tema de mayor trascendencia, la lógica fue parecida. En ambos hechos lo que imperó es el fracaso de la política, entendiendo a esta última como la herramienta fundamental en un estado democrático para resolver los conflictos en pos de garantizar el bien común.

Además, en el legislativo nacional lo que volvió a triunfar es “la grieta”, o en todo caso, la insistencia de los dos sectores en pugna de seguir tensando la cuerda sin importar lo que le sucede al ciudadano.

Ahora, pasada la bochornosa sesión con el Presupuesto 2022 sin sancionar, el interrogante que quedó flotando es: ¿Ninguno de los dos sectores tenía en claro la determinación a tomar? O en todo caso: ¿el oficialismo especuló con la no aprobación para seguir ejecutando por decreto el Presupuesto 2021? Por su parte, ¿la oposición tuvo en cuenta la complicación que provoca en la negociación con el FMI la decisión de su voto negativo? ¿Por qué no recurrió a la abstención, como ocurrió en otras oportunidades? Quizás en este caso lo que priorizó fue la decisión de propinarle una derrota al gobierno de turno, sin importar las consecuencias.

Cómo sea, desde ambos espacios se buscó la confrontación por la confrontación misma, convirtiéndose está actitud en un acto de irresponsabilidad en el marco de la negociación con el FMI.

Lo cierto es que, en 38 años de democracia, el Congreso nunca había votado en contra de un presupuesto. En otras oportunidades lo que ocurrió fue que se evitó dar quórum (opción políticamente diferente).

Callejón sin salida

Así las cosas, la política argenta se encuentra encorsetada en un callejón sin salida. El gobierno sabía que el Presupuesto que, entre otras cosas, proyectaba una inflación del 33 por ciento es cuanto menos una falacia.

De todos modos, una salida era pasarlo a discutir nuevamente en comisión, como parecía que iba a suceder hasta que Máximo Kirchner definió dinamitar todo con un discurso furibundo contra Juntos por el Cambio. Aunque a esta altura “sentirse ofendido” también parece una nimiedad cuando lo que está en juego es de un interés superior.

Foto de Enrique García Medina- Télam

Mientras tanto, se cumplen 20 años de aquellas aciagas y dramáticas jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 donde la gente salió a la calle a pedir “que se vayan todos”. Es decir, en ese momento el sentir “antipolítico” transmutó en aquella consigna que fue la base de una rebelión popular que terminó con los tristes episodios que tuvieron como corolario una represión con 38 víctimas fatales.

Dos décadas después nuestros dirigentes siguen sin comprender lo que sucedió en aquel momento y tensan una cuerda a la que solo le quedan hilachas.

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