Arte y espectáculosCulturaTitanes del teatro venadense tendrán un encuentro histórico con “perfume de campeones”

Juan Miserere03/04/2023
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A Sísifo no le quedaba otra. Su condena era todos los días empujar una piedra cuesta arriba, y cuando estaba a punto de llegar a la cima, rodar hacia abajo y volver a empezar. Esa escena se repetía una y otra vez y constituía un castigo, un sufrimiento perpetuo para este dios griego.

Paradójicamente, un hecho que promete ser celebratorio e histórico para el teatro venadense está inspirado en ese mito. Resulta que el multifacético Paul Citraro escribió una obra de teatro (en realidad es su segunda producción dramatúrgica) y pensó en nombres célebres para asumir los roles protagónicos. Actores que tienen un extenso recorrido, que fueron y son fundamentales para el desarrollo artístico y cultural de la ciudad, pero que nunca se cruzaron. O lo hicieron ya hace algunas décadas.

Poner en un mismo escenario a (por orden alfabético) Oscar Barotto, Ñoti Martínez, Andrés Pieli y Tato Záttara parece una empresa imposible. Pero está empezando a construirse como un hecho real.

De hecho, los actores ya dieron el sí, y hubo un asado fundacional donde también participó el director Roberto “Nene” Corvatta, otro nombre importante de la ciudad, que muchas veces se lo vincula más al cine pero que tiene experiencia en el teatro; y la actriz convocada para el único rol femenino de la obra: Verónica Pipelo.

¿Y qué tiene que ver el pobre Sísifo con esta historia? En realidad es el propio Citraro quien aludió a esa figura: Son cinco o seis Sísifos felices, que parecen empujar la piedra todos los días, pero contentos”, describe.

Y la imagen es adecuada: son personas que empujan la piedra de ser artistas en Venado Tuerto. Que a lo largo de las décadas ocuparon lugares trascendentes y grupos de teatro que resultaron determinantes para que hoy la ciudad tenga la potencia cultural que todos le reconocen.

¿Qué sería del teatro local si no hubiesen existido los grupos Atelana y Apertura? ¿Qué desarrollo habría existido sin la existencia del Galpón del Arte? ¿Y si unos locos no decidían recuperar al teatro Ideal? ¿Y todo lo generado por Teatro Libre y en los últimos años con la sala Malandra? ¿O incluso las bibliotecas Ameghino y Alberdi?

Todos esos lugares existieron, en gran parte, porque el Ñoti Martínez, Oscar Barotto, Tato Záttara o el Colo Pieli le pusieron el cuerpo durante años. No son los únicos, es cierto, pero son nombres por demás de representativos.

Por simples diferencias estéticas o de caminos que en algún punto se bifurcaron, se fueron ubicando en lugares diferentes, menos divididos que multiplicados. Por eso siempre se respetaron y (seguramente) se quisieron. Al fin y al cabo “todos somos parte de lo mismo”, reconocen con la alegría de afrontar un encuentro histórico. Aunque hubo que esperar a una obra que los hace interpretar a unos “viejos” para reunirlos.

Entre el café y el asado

Como ocurre con todas las cosas importantes de la vida, la idea se gestó en un café y se rubricó en un asado. Cuenta Paul Citraro que el origen estuvo “en un tradicional café de la ciudad, donde nos reunimos para compartir vivencias, ideas, alegrías, política, deportes, mujeres, puntos máximos y atractivos de una generación de mayores. Una generación que hoy es Sub 80 y Sub 90 también”.

El autor relata que en ese contexto un día preguntó ¿qué es la vejez para ustedes? Pero “nadie de ellos lo había pensado, fue un silencio determinante para mí. Pensé en esa respuesta y llegué a la conclusión: ‘esos tipos saben algo más’. Y mi forma de agradecerles fue escribiendo una oda a la vejez”.

Esa historia se llama “Perfume de Campeones”, porque Citraro pensó en “personajes con músculos indelebles y con un sentido popular como los Titanes en el Ring. Las marcas y los créditos y las músicas de cualquiera que tenga cuarenta años arriba, de seguro llevan a cuestas una canción de Titanes. El desafío fue componer a otros titanes, fácilmente reconocibles, con otras referencias simbólicas y con un nuevo enunciado”.

Una obra escrita en Venado Tuerto que tomó mayor relieve cuando el autor fue pensando en los intérpretes que le darían vida a esos personajes, entendiendo que era posible lograr esa reunión histórica que el teatro local se debía. Y como corresponde, el compromiso se selló con un asado. Donde autor, director e intérpretes se encontraron para hablar de Perfume de Campeones, para debatir brevemente sobre el texto, para empezar a poner fechas de lectura, de ensayos, de estreno.

De ese asado (quien esto escribe ofició de ‘colado’ invitado) surgió esa foto fundacional de Perfume de Campeones sobre el escenario del Teatro Ideal, el espacio elegido para desarrollar el proyecto.

Décadas vitales

La idea es que nos caguemos de risa y disfrutemos a pleno haciendo esta obra”, insistió el Nene Corvatta, el director, ante los actores y la actriz. Por eso habló de “jugar” en los ensayos, de lograr que cada uno le dé la impronta propia a su personaje y seguir retocando el texto original todo lo que sea necesario. Hay un tono de comedia presente para contar “el drama de la vejez”.

Los personajes son tipos que aceptan la realidad del mundo tal como se les presenta. No tienen dónde ir y por ello sostienen ese espíritu de comunidad, de pares, en una Casa de Retiro. Se cobijan permanentemente y discuten las mismas porciones de vida. El tiempo allí dentro no transcurre a la misma velocidad del afuera. Entonces, el conflicto principal, es el olvido”, cuenta el autor.

Los personajes son seis. Cinco luchadores que en el transcurso de la obra van denotando su legitimidad artística y algunas acusaciones de ‘falsos testimonios’, siempre conducidos por una enfermera que es un poco madre, novia y amiga. Están anclados en el paso del tiempo donde los cuerpos empiezan a fallar, a pesar de las ganas y las motivaciones que encuentran. “Y ante lo inminente, creo que sienten esos ratos de peligro como buenos momentos. Sienten mayor claridad y eso será crucial para generar una conciencia más limpia”, añade Citraro.

Con todas esas experiencias de vida en décadas apiladas, esos titanes arman una noción colectiva de cómo funciona el afuera o al menos lo imaginan. Se sienten jóvenes por el espíritu de búsqueda y están condicionados en aceptar el misterio con la vida y la muerte. Cualquier similitud con el recorrido de los actores convocados y sus caminos en el mundo del arte, no es mera coincidencia.

Pero hay diferencias. Cuando habla de los titanes, Paul Citraro los ve sintiendo pena “ante esta última posibilidad, porque necesariamente deberán despedirse de sus egos”. No es el caso de Zattara, Martínez, Barotto y Pieli, felizmente vitales y activos sobre las tablas. Aunque todos juntos, por una vez, promete ser mucho mejor.

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