MúsicaPrincipato en VT: noche de blues en el Ideal

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Prin – ci – peito” aclaró anoche desde el escenario el factótum de mucho de lo más interesante que viene pasando con los escenarios venadenses, Paul Citraro.

Con la llegada de este blusero italo-americano, el Club del Jazz volvió a despabilarnos de la chatura en la que a veces nos sumerge el pago chico. Faltaron igual unas 100 personas para llenar la sala -ellas se lo perdieron-.

La entrada anunciaba al “heredero de Clapton”. Si bien el de hombre Washington DC ya está un poquito pasado en años como para alcanzar ese podio, es cierto que la slowhand de Principato hace vibrar las cuerdas en forma muy parecida a la del británico.

Acompañado por una banda de músicos porteños, Tom Principato presentó un repertorio homogéneo, compuesto casi totalmente por un muy buen blues bastante parecido, quizá un tanto demasiado, al del ex líder de Cream. Algún rock quebró un poco la línea.

Su Fender fue la protagonista, pero no exageró con los solos –el dueño de la escena dejó que incluso que el tecladista Gustavo Vieguer se lleve el protagonismo en algunas canciones-.

A poco de comenzar se subieron al escenario varios de los mejores músicos rockeros locales. El Flaco Baronio acompañó como segunda guitarra en algunos temas, y un trío de bronces encabezado por el saxofonista Pablo Costamagna le aportó algo más de color al prolijo cuarteto de guitarra, batería, teclado y bajo.

Sobre el final Principato (Prin – ci – peito ) alteró algo las típicas letras bluseras que, como el tango, siempre bitchean sobre mujeres infieles y miserias, o insisten en hablar de subir y bajar por el Mississippi. De Chicago a New Orleans, entró algún “I´m in Córdoba comiendo empanadas con mis amigos”..

Para el cierre, la artista plástica local María Inés Etcheverry le hizo entrega de un retrato, y se sorteó otro cuadro entre el público.
 

 

Eating empanadas

Dicen que este referente del blues de la East Cost estaba un poco saturado de tanta piza y empanada local, y  así lo dio a entender en algunas letras.

Parece que, gracias a Citraro, Venado fue finalmente el lugar en el que pudo degustar, como le corresponde a todo gringo que visita las Pampas, del famoso bife de cho- u- rizou

 

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