El paísNo sólo hay que parecer, también hay que ser

Juan Miserere22/11/2022
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En estos días en que el mundo es una pelota, casi nada importa más que el Mundial. Por eso el país entero madrugó para llegar bien despierto a las 7 para mirar el estreno de la Selección, una de las pocas cosas que genera expectativas positivas en un país tan necesitado de esperanzas como cansado de tanta realidad. Las grandes empresas, los comercios chicos y hasta las escuelas tuvieron que modificar su actividad para poder mirar el partido ante Arabia Saudita, en los papeles un rival a la medida del equipo de Scaloni: especial para un triunfo sin demasiadas exigencias.

El invicto de 36 partidos del que llegaba precedido, más el título en la Copa América que cortó con décadas de sequía, ubicaban a la Argentina como un gran candidato al título. Pero en el fútbol ‘no sólo hay que parecer, sino que también hay que ser’.

Si alguien todavía ignora los motivos por los cuales el fútbol es el deporte más espectacular y popular del mundo, hoy tuvo una lección acelerada. Con todo a su favor en el trámite, ganando 1-0 casi desde el vestuario y con tres goles invalidados por posiciones adelantadas (una de ellas sólo visible a través de la tecnología, la misma herramienta que le otorgó la posibilidad de ponerse en ventaja con un penal que nadie había pedido), se podía presagiar que todo iría por los carriles previsibles.

Pero los mundiales siempre tienen reservado algún batacazo, y el primero en Qatar lo sufrió Argentina. Dos jugadas aisladas, dos golazos, un número 10 que se llama Salem Al Dawsari pero juega como si hubiese nacido en cualquier pueblo del sur de Santa Fe y una estrategia de ‘tirar el achique’ que los árabes parecieron aprender de la escuela del Flaco Menotti, llenaron de dudas a una Selección que pasó de ser La Scaloneta al equipo de Scaloni.

Cuando tenía que salir a relucir el carácter ante la adversidad, se vio la peor cara. Repeticiones, falta de ideas, el 10 apenas intermitente y el reloj que empezó a jugar en contra terminaron mostrando a un conjunto timorato e impotente para tratar de revertir una historia que terminó con una derrota digna de hacer quebrar a las casas de apuestas.

Argentina parecía candidato en la previa del mundial, pero no lo fue cuando empezó a rodar la pelota. Ahora hay que dar vuelta la página sin margen para el error, con la obligación de ganarle a México para que el último capítulo del sueño de los Messi, Di María y Otamendi no se pase de largo. Todavía es posible.

De lo contrario, habrá que volver a hablar demasiado rápido del dólar y la inflación. Y ya sabemos que preferimos ilusionarnos antes que darnos un baño de realidad.

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