Antes del viaje a Cuba que emprendió la semana pasada, la ex presidenta y virtual candidata de Unidad Ciudadana se reunión con el “grupo de los 6”, el núcleo de empresarios más poderosos del país. Lo hizo de forma individual. Entre ellos lo hizo con la cabeza de Techint, el procesado Paolo Rocca y el titular de Arcor, Luis Pagani.
El articulador de los encuentros sería el último ministro de economía de la ex presidenta (y a la sazón, del país luego de la disolución de esa entendidad por parte del presidente Mauricio Macri) Axel Kicillof, quien es el encargado de señalar que un eventual gobierno cristinista no será “anticapitalista”. “No vamos a expropiar ningún banco”, se lo escuchó decir al actual diputado nacional.
La información fue revelada por el portal de noticias Letra P .
Entre varios sectores empresariales prima el descontento, principalmente entre los laboratorios, que suelen cartelizarse para aumentar sus precios y sienten destrato del gobierno hacia su “política” de auto-preservación y los industriales, que critican la falta de una política del gobierno en ese sentido.
Pero empresarios más difíciles de clasificar, como el cafertero Martín Cabrales –que supo tener claras simpatías hacia Cambiemos- se encuentran disgustados con la falta de una política de desarrollo económico en cualquier sentido. Cabrales expresó además lo que perciben varios empresarios, que es necesario un gobierno que baje los impuestos.
En este sentido, aunque Cabrales parece estar más cerca de Cambiemos, durante una entrevista con Amércia TV aprovechó para “pasar facturas”, al declarar a la consulta sobre por a quién apoyaría en un ballotage, Cabrales se limitó a aseverar: “la verdad que no sé, votaría al que haga una reforma impositiva”. Un mensaje que, aunque no sea explícitamente kirchnerista ni mucho menos, evidencia que las lealtades del empresariado hacia Mauricio Macri están lejos de pasar por su mejor momento.
Cristina con Rocca y Macri con Rocca. El presidente no atraviesa su mejor momento con el llamado “Círculo Rojo”, pero aunque el empresariado más poderoso del país aún se inclina a votar al líder de Cambiemos, su decepción hace decrecer su espanto a una Cristina Fernández que parece más dispuesta a conciliar.