SocialesPresentación de Hernán Lascano y el libro Los Monos en la Biblio

Tomás Lüders08/12/2017
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Lascano, jefe de policiales del diario La Capital, escribió el libro Germán de los Santos. Fue traído por la Asociación de Trabajadores de Prensa de Venado (ARTRAP),  la Carrera de Periodismo de la Dante Alighieri y la agencia Transmedia Venado. La presentación estuvo de hecho a cargo del periodista y director de la Dante, Mauro Camillato, ex compañero de Lascano. 

No pueden ahorrarse elogios para este graduado en comunicación social de la UNR. Lascano, de 50 años es intelectualmente brillante, posee una mente analítica, excepcional en el periodismo, que lo hace capaz de leer indicios donde otros no ven nada o juegan a armar sucesos morbosos. Sin dudas si lo que se mediatizó sobre el caso Los Monos hubiera dependido más de lo que investigaron él y Germán de los Santos la comprensión que hay sobre el caso sería muy diferente. Lamentablemente, lo que triunfó fue tanto el sensacionalismo (moneda cada vez más corriente en nuestros medios) como el interés político de los medios capitalinos, siempre haciendo periodismo de segunda mano sobre lo que investigadores como Lascano o De los Santos hacían sobre le terreno.

El libro publicado por Sudamericana comenzó a ser presentado por uno de sus autores con una frase del sociólogo Pierre Bourdieu: “Bourdieu se preguntaba cómo y cuándo algo que es conocido por todos comienza a transformarse en un escándalo”, y eso era lo que pasaba con estaba banda nacida en el sur de Rosario que terminó controlando el tráfico de estupefacientes ante la incapacidad y la inacción de la justicia y el poder político y la absoluta complicidad policial (“en el juicio que se está llevando a cabo son mayoría los procesados que vistieron uniforme”).

El texto es el trabajo de 3 años de investigación, y es sin dudas la pieza periodística que mejor explica tanto el nacimiento como el apogeo y el final de esta organización clandestina que hizo del asesinato escabroso una estrategia que la llevó a controlar la distribución de la droga en Rosario, llegándole a cobrar “por protección” a las barras bravas de Newell’s y Central.

“El origen de la banda se da en el marco de la degradación que comienza en los 90s. Siendo del sur de Rosario ellos hacen de la zona del Casino el centro de su accionar. Allí ya nos encontramos con terceras generación de desocupados, es decir un espacio social fértil para reclutar personas”, comenzó contextualizando el autor.

Haciendo comparaciones con las series de mafia y narcotráfico tan de moda, Lascano contó que Los Monos también generaron lazos “ambivalentes” con su comunidad, manteniendo una relación tanto de miedo como de asistencia sobre quienes viven en el marco de un tejido social degradado. Trabajan allí a donde el mundo del trabajo estable y el estado se había retirado. Por eso podían actuar a la luz del día y a la vez suceda que “¨nadie vio nada”. De cualquier manera Lascano dirá que otro de los signos de la degradación social que nos atraviesa es justamente la ausencia de una autoridad a la que poder recurrir cuando la violencia llega a límites insoportables. Y eso fue lo que evidenciaron con los Monos: la incapacidad de las agencias de seguridad y justicia, cuando no la lisa y llana complicidad.

Comienzo del fin
“Los Monos eran reconocidos por su crueldad, fue de esa forma que lograron ir atemorizando y subordinando a otras bandas. El asesinato del más cerebral de ellos, Claudio “Pájaro” Cantero, significó para la banda la pérdida de alguien que sabía que si bien la violencia los había fortalecido era también lo que los ponía en evidencia y obligaba al poder institucional a tener que tomar cartas en el asunto pese a su incapacidad o complicidad. Y hay que aclarar que para Lascano, en el marco del Estado se conjugaron ambas cosas, siendo la complicidad policial absoluta, aunque atribuye la falta de acción política y judicial más al no saber cómo que a la directa connivencia -que el autor no descarta-.

El autor y periodista contó que el principio del fin de la banda fueron justamente las cinematográficas venganzas realizadas tras el homicidio de “El Pájaro”, por una banda rival. Con tan solo 29 años, el Pájaro se había convertido en el líder de la organización, y su poder lo había llevado “a relajarse”. “Se había separado y murió a la salida de un boliche”.

“Ya en el velatorio del Pájaro –que incluyó un multitudinario cortejo a pie– se comenzó a delinear la venganza”. La banda se habría visto envuelta en un conflicto, por un lado estaba el deseo de “hacer justicia”, por otro el temor a exponerse demasiado (fue lo que terminó sucediendo, con escabrosas ejecuciones realizadas en pleno centro de la ciudad) y por otro la necesidad de demostrar que nadie podía meterse con ellos. “El Pájaro Cantero era alguien considerado intocable, cuando fue ejecutado hubo perplejidad en la ciudad y todos sabíamos lo que se venía” cuenta Lascano, quien afirmó escuchar a la salida de una reunión del gabinete del entonces gobernador Antonio Bonfatti la expresión: “esto nos va a llevar puestos”.

 

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