SocialesLa Columna de AMIVeT: ¿Tiene antibióticos? Deme dos

Tomás Lüders04/08/2017
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Por Federico Baldomá. Médico Clínico. Miembro de AMIVeT (Asociación de Medicina Interna de Venado Tuerto)

Hace algunas semanas un matutino nacional publicó un relevamiento que nos  ubica a los argentinos como los primeros consumidores de antibióticos per cápita de la región, seguidos por Uruguay, Brasil y Chile. Demás está decir que este consumo constituye un problema de salud, ya que este tipo de medicamento debiera venderse luego de ser prescriptos por un médico, tal cual está legislado. Es evidente que esto no sucede, pero el problema excede esta transgresión y su complejidad suma otros factores, como por ejemplo la sobre prescripción médica de los mismos, su uso poco racional. Todos los médicos podemos dar testimonio de esta situación. Cualquiera sabe que en nuestro medio los antibióticos se consiguen no solo en farmacias, donde al menos se puede recibir asesoramiento profesional, sino en casi cualquier comercio minorista.

Desde la introducción de la penicilina en adelante la medicina cuenta en los antibióticos con una herramienta sumamente útil en la prolongación de la vida y en la lucha directa contra muchísimas dolencias. Pero los antibióticos no solo son fundamentales en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, también son un adyuvante fundamental en las prácticas quirúrgicas a las cuales habilita, dado que la mayoría de ellas fracasaría si no contara con una profilaxis antibiótica.

Tamaño éxito ha llevado a una euforia terapéutica en que toda la comunidad, médicos y pacientes, hemos tomado a los antibióticos como los agentes ganadores con mayor publicidad y, en numerosas oportunidades, caemos en la tentación de consumirlos o prescribirlos de más.

En este punto cabe una aclaración fundamental. Hay remedios que son para tratamiento sintomático, es decir aliviar una molestia puntual del paciente, por ejemplo, el paracetamol para el dolor de cabeza, y otros que se denominan tratamientos etiológicos, es decir dirigidos específicamente a la causa de la enfermedad, cuyo principal ejemplo serían los antibióticos. Sin embargo un tratamiento etiológico no suele generar alivio en los síntomas de manera inmediata. Es evidente entonces que no es útil si el blanco al que apunta está equivocado.

Esta diferencia es el principal error a la hora de echar mano de un antibiótico: usarlo como un tratamiento sintomático. Es habitual tomarlo porque tenemos fiebre o estamos engripados, pero sabemos que no todos los cuadros febriles son de causa infecciosa y, entre los que sí lo son, sólo algunos son provocados por bacterias sobre las cuales tendría efecto el antibiótico. La mayoría son de naturaleza viral y autolimitada, y debe saber ya que sobre los virus el antibiótico no tendrá efecto.

El antibiótico es un recurso terapéutico que debe usarse claramente en relación a un diagnóstico. Este dato no es simplemente una norma de prolijidad académica, sino que tiene varias implicancias prácticas ya que a cada entidad clínica le corresponde un esquema antibiótico que incluye no solamente cuál es el fármaco elegido sino la dosis y, lo que es más importante, la duración del mismo, detalle no menor, ya que al no realizar un tratamiento supervisado tendemos a suspenderlo al mejorar, lo que lleva a recaídas o fracasos.

Las consecuencias potenciales de la problemática son individuales en cuanto a que el paciente pudo haberse curado solo o acompañado de medicación sintomática, de una dolencia banal y autolimitada, con el perjuicio de posibles efectos adversos y con el costo de un tratamiento innecesario;  o puede tener una patología bacteriana que es insuficientemente tratada o resulte solapada por un tratamiento insuficiente que demore su diagnóstico. Pero también tiene un ribete de connotación social ya que el sobreuso de antibióticos lleva a la resistencia bacteriana a los mismos, es decir que las bacterias aprenden a burlar su eficacia, y estos dejan de servir. Esta situación conlleva el uso de agentes de cada vez más amplio espectro y mayor costo, y la carrera por llegar primeros no siempre la gana la ciencia.

Dicho todo esto, creemos que es fundamental la consulta a la hora de recibir un tratamiento, pero es insoslayable si ese tratamiento es un antibiótico.

amivet

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