PoliticaAbsuelven del crimen de Abel Beroiz a un gremialista y a su chofer

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Para cerrar el trámite judicial por el crimen de Abel Beroiz, el ex titular del Sindicato de Camioneros de Santa Fe asesinado en 2008, debía resolverse la suerte del entonces número dos del gremio provincial. Raúl Alfredo Luna había llegado a juicio como el ideólogo del crimen del antiguo líder al que, según la acusación, había ordenado eliminar con el propósito de quedarse con el control de la estructura sindical. Pero a más de una década del atentado el juez de Sentencia Ismael Manfrin absolvió a Luna y a su chofer, Hugo Ismael López, por el beneficio de la duda.

A mediados de 2011 ocho personas fueron condenadas por intervenir, con distintos roles, en la ejecución del crimen en una cochera subterránea de la plaza Montenegro. El sicario Raúl Oscar “Coqui” Flores, confeso autor material, fue sentenciado a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por promesa remuneratoria, uso de arma de fuego y la participación de un menor de edad. También recibieron la pena máxima tres autores del plan criminal: los gremialistas Juan Carlos Dell’Arciprette, Alejandro Lázaro y Julio César Gerez, como partícipes necesarios de los mismos delitos.

Planificadores

De 71 años, Beroiz fue asesinado el 27 de noviembre de 2007. Flores y el adolescente Juan S. lo emboscaron en la cochera subterránea del Automóvil Club, lo balearon en una mano, pecho y tórax, y le asestaron varias puñaladas. Al huir dejaron olvidada en el lugar una agenda con su foto y datos personales que orientaron la investigación hacia Flores.

Para dictar el fallo un elemento clave fue la declaración del sicario, que incriminó a los otros acusados. Sus dichos se corroboraron con el entrecruzamiento de las llamadas de los celulares de los demás imputados en momentos culminantes, previos y posteriores al homicidio. Flores brindó un relato pormenorizado de cómo perpetró el crimen.

Luna y López fueron imputados en la causa que ya estaba avanzada contra quienes luego serían condenados. Los investigadores entendieron que ambos participaron de la planificación del crimen con la idea de ubicar a Luna en el cargo de Beroiz, quien además era tesorero de la Federación Nacional de Camioneros que presidía Hugo Moyano.

Afirmaban que Luna estaba señalado como quien quería contratar por 80 mil pesos a un asesino para matar a Beroiz. Alegaron que las comunicaciones de Luna con otros condenados en los momentos culminantes evidenciaban su relación con los principales actores. Entendieron que Luna obtuvo 50 mil pesos para darles a los sicarios y asumieron como probada la relación con Flores.

También el fallecido Abel Beroiz hijo, actor civil en la causa, pidió que se condenara a Luna y a López por autoría de homicidio calificado por promesa remuneratoria y agravado por el uso de arma de fuego. Entendía que el primero fue el ideólogo del hecho y el gestor del dinero pagado a los sicarios y que su chofer un engranaje secundario que respondía a su jefe, aunque siempre con pleno conocimiento del crimen.

Luna, quien tras la muerte de Beroiz asumió fugazmente la conducción provincial del gremio, siempre aceptó ser interrogado y mantuvo con énfasis su posición de inocencia. Al pedir su absolución, su defensor negó que se hubiera comunicado con los autores del homicidio y afirmó que las acusaciones del condenado Flores eran falsas y maliciosas. También adujo que todos los que hablaron de una interna sindical “formaban parte de un grupo contrario a Luna y pretendían perjudicarlo”. Y desacreditó el argumento sobre la ruta del dinero para el pago de los sicarios.

Tirantez

En los abundantes testimonios de la causa varios dirigentes de Camioneros afirmaron que al momento del crimen la relación de Beroiz y Luna era distante y de confianza nula. Beroiz iba a seguir como secretario general, con apoyo de Moyano, y eso impedía a Luna tomar la conducción.

Entre los testimonios se citan los de Daniel Useglio, secretario gremial de Camioneros, quien aludió al desplazamiento de Dell’Arciprette por parte de Beroiz y la “tirantez de su relación” con Luna. La discordia estaba sustentada, según su relato, en la decisión de “mandar” a los abogados del gremio que trabajaban en Rosario a las delegaciones del sindicato de Casilda y San Lorenzo.

Otra voz incriminatoria fue la de Omar G., quien recordó una conversación con Dell’Arciprette en una pizzería de Avellaneda y Mendoza. Allí el sindicalista condenado le había dicho: “El hijo de mil putas de Beroiz me echó a la mierda y ahora con Lázaro lo vamos a limpiar”. Explicó además que lo harían (el crimen) a través de una persona a la que le pagarían unos 50 mil pesos. “Al trabajo lo hablamos con Luna, pero él no quiere participar”, dijo.

Torombolo

Un testimonio destacado del trámite es el de Hugo Ramón R. Este era un amigo de Guillermo “Torombolo” Pérez, un joven de Tablada implicado en delitos violentos y fallecido en 2008. Según este testigo, poco antes del crimen él acompañó a Torombolo a una reunión en una estación de servicio de Circunvalación y Ovidio Lagos donde el interlocutor era alguien muy parecido a Luna.

R. dijo que esperó en el auto y agregó que al salir Torombolo le contó que le habían ofrecido un trabajo, pero no había llegado a un acuerdo porque pidió 80 mil pesos. “Me dijo que era para limpiar a un sindicalista. Me dijo que lo contrataba un señor de apellido Luna, también sindicalista”, dijo el testigo.

Sin embargo, el juez Manfrin no halló probada esa imputación porque un tío de Torombolo, el abogado Héctor Pérez, dijo que durante 2007 el joven fue operado tras ser baleado, andaba con muletas, estaba en la cárcel de Piñero y luego murió. “En 2007 Torombolo estaba detenido”, dijo Pérez. Tal cuestión no dejaba en pie la incriminación previa.

Duda insuperable

Manfrin afirmó aceptar la hipótesis de la fiscalía y del actor civil respecto de que el crimen fue un hecho con motivaciones políticas y personales diseñado por sujetos molestos con la presencia de Beroiz en su cargo y que contrataron a dos sicarios para terminar con esa situación. Pero adujo que ese grado de certeza probado en la sentencia previa con ocho condenados no era equiparable con Luna y López.

“No hay registros de llamadas de Flores con Luna y López. Tampoco pruebas de que ello pasara porque Luna haya sido «el hombre de atrás» que organizó el crimen mediante otras personas allegadas. Más allá de especulaciones y suposiciones no hay ninguna prueba de que López o Luna se hayan contactado con los sicarios para cometer el homicidio”, sostuvo Manfrin, para agregar: “Nos encontramos ante un marco de duda insuperable y en función del principio in dubio pro reo corresponde estar a la solución más favorable al imputado”.

La Capital

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