AméricaTrump en Las Vegas: “Hoy no vamos a hablar de la violencia de las armas”

Tomás Lüders05/10/2017
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El gobierno, fuertemente influenciado por el lobby armamentístico, se resiste a discutir cualquier restricción a la venta de armamento. La noción de un mayor control ya había sido rechazada por voceros del gobierno tras la masacre del domingo pasado, que dejó 58 muertos y 500 heridos.  De hecho, el Congreso está a punto de derogar una tibia restricción a la posesión de armas impulsada por Barak Obama tras una de estas masacres endémicas, la de Dallas de 2015.

Ahora la misma notición fue ratificada por el esperpéntico Donald Trump durante una visita a los heridos en el tiroteo.

Es el cuarto viaje que Trump hace al lugar de una emergencia, tras Houston, Miami y Puerto Rico. Pero lo que pasó en Las Vegas no es un huracán. Es el mayor tiroteo de la historia de Estados Unidos, un país en donde este tipo de eventos ya se ha constituido en una verdadera epidemia. El nuevo un suceso debería volver a poner el foco sobre uno de los temas más incómodos de la política de este país, el control de armas. Pero, consultado por la cuestión en la primera oportunidad que hubo, Trump contestó: “No vamos a hablar hoy de la violencia de las armas”.

Trump llegó a las 9.30 de la mañana locales al aeropuerto de Las Vegas, justo enfrente del lugar de la masacre. Tan cerca, que el aeropuerto tuvo que cerrar en la noche del domingo porque la gente que salía huyendo del concierto rompió una valla y se metió en la pista, según medios locales. De ahí, el presidente fue al Hospital Universitario de la ciudad, donde tenía previsto reunirse con víctimas y personal sanitario. Al contrario que las visitas a otros lugares, esta se desarrolló sin cámaras (las imágenes que vienen desde Puerto Rico no han dejado bien parado al mandatario, que se dejó filmar mientras arrojaba rollos de papel a las víctimas del huracán, como si se tratara de suvenires o alimentos que se arrojan sobre bestias hambrientas, en lugar de víctimas de una tragedia).

Sin embargo, Trump habló unos minutos al terminar la visita de Las Vegas. Esperablemente, alabó la respuesta de la policía y los hospitales de Las Vegas, eludió por completo el asunto de las armas y se centró en una frase que repite desde el lunes: “Se trata de un hombre muy enfermo, una persona muy demente”, repitió en el hospital en referencia al homicida. La Casa Blanca parece firmemente alineada con los defensores de la libertad total para poseer armas, en el sentido de poner todo el foco en la conflictiva personalidad de los asesinos múltiples.

En cada masacre a tiros que vivió la presidencia de Barack Obama (Sandy Hook, Charleston, Dallas…) lo primero que hizo el presidente fue comparecer para pedir a su país una reflexión sobre la facilidad del acceso a las armas de fuego en Estados Unidos. Obama llegó a confesar que no haber podido avanzar en esta cuestión era una de las grandes frustraciones de su Presidencia. La actitud de la Casa Blanca de Trump es intentar acallar ese debate por todos los medios. El lunes, la portavoz de la Presidencia, Sarah Huckabee, dijo que “no es el momento” de tener ese debate, ya que la nación está en duelo. El martes, Trump en persona dijo: “Hablaremos de las leyes de armas con el tiempo”.

El debate, sin embargo, se va abriendo paso. El asesino tenía un gigantesco arsenal de armas de guerra en la habitación de su hotel. Entre ellas, rifles de asalto. En EE UU están prohibidas las armas automáticas, pero se pueden trucar con un pequeño artefacto que cuesta 99 dólares y hace rebotar el gatillo, de manera que se puede disparar en ráfagas. Estos artefactos existen desde hace una década. La senadora por California Dianne Feinstein propuso prohibirlos en 2013, pero la ley nunca avanzó. El miércoles, repitió su propuesta.

 

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