AméricaEl seguro triunfo de AMLO en México y el retorno de la izquierda

Tomás Lüders30/06/2018
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Mientras que en el resto del territorio de América Latina sigue viendo cómo sus regímenes nacional y populares (o populistas, usar uno u otro calificativo no es neutral)  están en franco retroceso, mañana triunfará en México un candidato con una retórica anti-imperialista y de izquierdas. Como suele suceder con los gobiernos de la izquierda regional, los márgenes de su retórica son más bien imprecisos y no están exentos de un fuerte sentimentalismo.

O por que perdieron las elecciones, o porque hubo un “golpe blando” o por su propia incapacidad y autoritarismo, lo cierto es que la izquierda popular o populista está en franco retroceso en el subcontinente… excepto en uno de sus principales países, México.

Huracán AMLO

Ante un estadio Azteca colmado, que lo recibió al grito de “¡Presidente! ¡Presidente!”, el varias veces candidato a presidente y ex alcalde del DF, Andrés Manuel López Obrador cerró anteanoche su histórica campaña presidencial anticipando un triunfo de la izquierda en las elecciones de pasado mañana, y prometió una revolución pacífica y ordenada, aunque “radical” para descuajar la corrupción y cambiar a México.

“¡Es un honor, estar con Obrador!”, cantaban sus seguidores. A paso lento, AMLO, como es conocido aquí, se tomó varios minutos para darse un último baño popular al caminar entre un vallado en el campo de juego al escenario donde dio el último discurso de su campaña. Estrechó manos, recibió besos y palmadas, y se sacó fotos con su gente, que había colmado el estadio. A ellos, AMLO volvió a prometerles una revolución.

“Estamos a punto de comenzar la cuarta transformación en la historia de México, y de convertir en realidad los sueños de muchos mexicanos”, afirma López Obrador, apenas arranca. Será un cambio pacífico y ordenado, prometió, pero también radical. “Que nadie se asuste. Radical viene de raíz. Y esta transformación va a consistir, precisamente, en arrancar de raíz al régimen corrupto de injusticias y privilegios”, define.

El Azteca fue testigo del movimiento creado por López Obrador en los 18 años que persiguió la presidencia de México. Unas 100.000 personas dieron un mensaje: el domingo, AMLO irá por su tercer intento por la presidencia, y todo indica que será el definitivo. Para sus seguidores, es la “esperanza”, el “cambio” que tanto ansían. Pero sus detractores -medio país- ven su ascenso con pánico: temen un descenso al populismo, al que México ha sido inmune.

“AMLO es un huracán”, lo define Humberto Guillén Gurrieta, de 63 años, ingeniero jubilado, mientras aguarda a su candidato en las gradas del estadio. “Se ha ganado la simpatía del pueblo mexicano. Se lo ganó con el esfuerzo del trabajo de conocer a toda la gente de la república, sus pueblos y a sus tradiciones, el respeto de sus costumbres, además de la miseria que nos dejó los gobiernos anteriores”.

Ninguno de los candidatos presidenciales ha recorrido tanto el país como López Obrador. El historiador Enrique Krauze le puso hace años, en su primer intento por la presidencia, un título que le quedó: “Mesías tropical”. Criado en el PRI, y luego líder del PRD, AMLO logró posicionarse así y todo como la cara del cambio en esta elección. Uno “de afuera”, parado en la vereda de enfrente a los tecnócratas que han gobernado al país las últimas tres décadas. Su mensaje contra la corrupción fue el eje de su campaña. Una y otra vez ha cargado contra “la mafia del poder”, y ha prometido “limpiar el gobierno de corrupción de arriba para abajo, como se barren las escaleras”.

AMLO prometió un gobierno austero. No viajará en el avión presidencial ni vivirá en la residencia oficial. Dijo que cobrará la mitad que Enrique Peña Nieto, que suspenderá las pensiones de todos los exmandatarios y que su gobierno tendrá déficit cero. Todo lo que se ahorre, ha dicho, se destinará a financiar desarrollo.

“La gente que dice que es populista es porque tiene miedo a que descubra todas las corruptelas del gobierno actual”, dice Ana García, de 61 años, mientras baila al ritmo de la cumbia antes del acto. “Esta elección es la esperanza para sacar a flote a nuestro país”, continúa.

Sus seguidores suelen repetir las palabras “cambio” y “esperanza”. Ningunean las advertencias: son ataques de enemigos -“la mafia del poder”- que quieren demonizar a su líder, a quien ven como un luchador. Denostan la corrupción, la desigualdad y la violencia que azotan a México, y sienten que ahora ha llegado su momento. La expectativa es inconmensurable.

“Tenemos la esperanza de que este hombre venga a dar luz, paz, amor y tranquilidad a este pueblo mexicano tan necesitado de justicia”, dice Gabriela Torres Cevillo, de 59 años, que ha estado “toda la vida” con López Obrador.

“El pueblo va despertando, se va dando cuenta. La gente está tan dolida, tan mal, tan económicamente humillada. Hay gente muriéndose de hambre y los hijos de estos desgraciados están en Europa”, se queja. “La gente llegó a su realidad. La gente de México tocó fondo. No queremos más gobiernos autoritarios, asesinos, mediocres”, cierra.

López Obrador armó un movimiento diverso. Lo siguen jóvenes, ancianos, evangélicos, la extrema izquierda -el Partido del Trabajo- y la extrema derecha -el Partido Encuentro Social (PES)-, que conviven en su coalición Juntos Haremos Historia. Los empresarios lo miran con cierta desconfianza. Sus opositores temen que el giro radical sea fatal.

Marta Magdaleno, una abogada de 28 años que se alistó como voluntaria para la campaña, cree que es el mejor presidente que México puede tener: “Para nosotros, es la esperanza, no el miedo”.

El casi seguro triunfo de AMLO en México señala que el giro a la izquierda no está muerto

Mientras que en el resto del territorio de América Latina fue viendo cómo sus regímenes nacional y populares (o populistas, usar uno u otro calificativo no es neutral)  están en franco retroceso, mañana triunfará en México un candidato con una retórica anti-imperialista y de izquierdas. Como suele suceder con los gobiernos de la izquierda regional, los márgenes de su retórica son más bien imprecisos y no están exentos de un fuerte sentimentalismo.

O por que perdieron las elecciones, o porque hubo un “golpe blando” o por su propia incapacidad y autoritarismo, lo cierto es que la izquierda popular o populista está en franco retroceso en el subcontinente… excepto en uno de sus principales países, México.

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