Medio Oriente/Asia y ÁfricaEl Ejército sirio ataca la ciudad donde resisten los militares desertores

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Las fuerzas de seguridad lanzan su ofensiva sobre Jizr al-Shughur y reprimen con dureza las manifestaciones contra el régimen que tienen lugar en numerosos puntos del país.- Hay, al menos, 28 muertos, según Reuters.- Los combates obligan a miles de sirios a huir hacia la frontera con Turquía  El Ejército sirio ha lanzado este viernes su esperado ataque sobre la ciudad rebelde de Jizr al-Shughur. Soldados y policías del presidente Bashar el Asad han atacado también a los manifestantes en decenas de ciudades del país. En Maaret al-Numan, cerca de Jizr al-Shughur, una multitud ha incendiado la comisaría y los juzgados, y la guarnición militar ha respondido con artillería (por primera vez desde el aire, según Reuters), matando a 21 personas. Durante la jornada, en todo el país han muerto al menos, 28 personas, según la misma agencia, por la represión de las fuerzas de seguridad. El régimen quería hacer una demostración de fuerza pero sus zarpazos parecen, sin embargo, cada vez más desesperados.

Las matanzas perpetradas hasta el momento solo habían conseguido exasperar a la población, agravar las divisiones entre los distintos grupos religiosos y mermar la autoridad del Gobierno de Damasco, todopoderoso hasta hace solo tres meses. El riesgo de una guerra civil en el corazón de Oriente Próximo se perfilaba con creciente intensidad.

El primer ministro turco, Tayyib Recep Erdogan, que hizo de las buenas relaciones con Bachar el Asad uno de los pilares de su diplomacia, ha calificado de "inhumanos" los ataques del Ejército sirio contra la población. Robert Gates, secretario de Defensa de Estados Unidos, ha acusado a El Asad de perpetrar "una matanza de inocentes". Más allá de las condenas, ningún dirigente internacional se atrevía a exigir de forma abierta la dimisión del presidente de Siria, por temor a que tras la dictadura comenzara una guerra civil con múltiples bandos, al estilo libanés, o que los Hermanos Musulmanes impusieran un Estado islámico.

A Bachar el Asad solo le quedaba el respaldo estratégico de Rusia y China y el apoyo rotundo de Irán, aliado desde la revolución de los ayatolás en 1979. Eran cada vez más frecuentes las denuncias de que agentes iraníes (distinguibles por la ropa negra, la barba larga y el escaso conocimiento de la lengua árabe) cooperaban con las fuerzas de seguridad y con los shabiha, los civiles de religión alauí armados por el régimen. El Gobierno británico fue el primero en hacer constar que sus servicios de espionaje habían detectado la presencia de asesores iraníes en territorio sirio./

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