EuropaLavagna critica las medidas de la UE para afrontar la crisis griega

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El ex ministro propone como alternativa un canje de la deuda similar al modelo argentino. “El plan que se quiere aplicar en Grecia es como el que el FMI quiso aplicar en Argentina”, aseveró.

Durante la presentación de su nuevo libro,  Pensando mi país, el ex ministro de Economía de nuestro país, Roberto Lavagna, reconocido por haber organizado la salida de la crisis argentina de 2001 y la operación de reestructuración de su deuda, está convencido de que el programa que se pretende aplicar a la crisis de Grecia ha demostrado ser ineficaz y dañino y que la única salida aceptable es una reestructuración ordenada de la deuda griega. También desplegó críticas hacia el gobierno nacional, al acusarlo de administrar mal la bonanza.

"El caso argentino y el griego tienen muchas diferencias", observa Lavagna, "pero está claro que con las decisiones actuales no se ha logrado mejorar la situación en Grecia: la deuda externa sube, las tasas de interés suben, la situación fiscal y social se deteriora. Cuánto más se tarde en comprender que esa fórmula, originada en el pensamiento más clásico del Fondo Monetario Internacional (FMI]) no funciona, tanto más daño va a provocar, no solo en el contexto interno griego, sino en el europeo en su conjunto. Tanto peor será para la propia Grecia y para otros países en dificultades, como Portugal, Irlanda e, incluso, España, aunque esté presente un cuadro diferente".

 

El ex ministro y ex candidato presidencial presentó hoy en Buenos Aires, ante un grupo de corresponsales extranjeros, el libro Pensando un país, una reflexión colectiva sobre los grandes temas de la vida política y económica argentina. "Nosotros propusimos en 2002-2006 un modelo que sigue siendo perfectamente posible, una experiencia que no debería desperdiciarse", ha explicado.

Interrogado sobre el caso griego, Lavagna insistió en las diferencias respecto de la crisis argentina de 2001: "El 90% de la deuda griega se rige por la misma legislación, el contexto internacional en el que se mueve es distinto y, como miembro de la UE, tiene apoyos logísticos que nosotros no teníamos", aseguró. "La reestructuración de su deuda no sería tan conflictiva como la nuestra".

Las diferencias, según Lavagna, no significan que no haya enseñanzas comunes. "El plan que se intenta aplicar en Grecia es como el que el FMI quiso aplicar en Argentina, un ajuste que termina generando más deuda y más desempleo. Lo que se hace ahora en Grecia procede del mismo tipo de pensamiento, el sustrato ideológico básico del FMI, que ha demostrado no ser válido en estas ocasiones, pero que sigue vivo. Se han hecho algunas correcciones, por supuesto, pero han sido cambios que no van al corazón de ese pensamiento".

Desde su punto de vista, la solución pasa por una reestructuración de la deuda que permita a Grecia liberar fondos para invertir en la mejora de su competitividad. "Si España, Portugal o Irlanda presionaran en este sentido, le estarían haciendo un favor a la UE. Creo que incluso Alemania empieza a darse cuenta de la situación. Solo el Banco Central Europeo (BCE) sigue en esa línea", dijo el experto.

Críticas al Gobierno Argentino
Pensando un país es una colección de artículos firmados por 13 autores distintos, políticos, profesores y economistas, que tienen en común, según Lavagna, "un pensamiento igualmente alejado de los extremos. No creemos en un conservadurismo inmóvil y estáticamente jerárquico ni creemos en populismos engañosos y facilistas".

El economista explicó que los periodos con buenas condiciones para el desarrollo económico de un país suelen ser los más peligrosos, porque "los gobiernos tienen más margen para cometer errores y desperdiciar la bonanza". Eso es exactamente lo que cree que está ocurriendo en esta etapa Argentina, al contrario de lo que están haciendo Chile o Uruguay, no está aprovechando para realizar los cambios estructurales que necesita.

Un examen objetivo de las cifras económicas, según Lavagna, muestra que entre 2002 y 2006 Argentina creció económicamente, disminuyó el número de pobres sustancialmente (ocho millones de personas menos) y logró un superávit importante, imprescindible para mejorar la competitividad y manejar los tipos de cambio. En los años siguientes, mantiene Lavagna, la inversión decreció, el superávit se esfumó y no se creó empleo suficiente como para seguir bajando el número de pobres.

"La inflación es el gran disuasivo de la inversión", explica. "Con este libro queremos contribuir a un debate político que esta situado en niveles muy bajos y poner sobre la mesa un conjunto de temas imprescindibles". El ex ministro cree que el descrédito del Indec y de sus estadísticas oficiales sobre la inflación responde a un camino que se tomó hace años, equivocado, y del que ahora no se encuentra la manera de salir. "Dicen que habrá que esperar hasta 2013 para modificar el actual índice. Bueno, pero esta claro que la realidad económica del país no pasa en absoluto por esos datos". Él no tiene dudas de que el índice de inflación real ronda el 25%.

"Las bonanzas no duran", afirma Lavagna. "Todo el mundo lo sabe, pero la sociedad argentina, mientras está en ese punto, en lugar de criticar a los gobiernos que no aprovechan esos momentos para hacer las reformas necesarias, opta por decirse a si misma: hay que aprovecharse, mientras dure. Esa es la actitud y ese es el problema". El exministro de Néstor Kirchner (salió del Gabinete en 2005 por discrepancias con el fallecido expresidente) confiesa que tiene "un corazón peronista" y que eso es perfectamente compatible con sus duras críticas al Gobierno de Cristina Fernández y a su política económica.

"No hay ningún elemento que permita suponer que la presidenta vaya a rectificar esas políticas si logra un nuevo mandato", analiza, lo que desde su punto de vista, supone que se seguirían generando daños estructurales. "Los procesos se pueden estirar, pero al final las condiciones son las que son y el crecimiento del consumo con subvenciones e inflación no es sostenible. Sigo pensando que el modelo que propusimos en 2002 es posible, con los ajustes que demanda el tiempo transcurrido".

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