Tomás LüdersOpinión: Verdad y Política

Tomás Lüders21/12/2015
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Los argentinos tenemos que decidir en estos días si la verdad vale o no más de dos pesos. De esos billetes que molesta que sigan circulando.

En algún punto nuestra clase política percibió que ya no nos importa. Quizá la excepción, y no fue menor, fue la de Cristina, que transformó el unanimismo de las catacumbas de su marido en unanimismo nacional y popular (el caso más patente, el de la Justicia, se pasó de la manipulación sotto voce 2003-2010  a “democratización de la justicia”).

La kirchnerista fue una verdad que se fue construyendo sobre la marcha, y todavía vivimos o padecemos sus efectos (depende de qué lado se haya puesto cada uno). Pero hoy quien gobierna es Macri. El candidato que apostó todas sus fichas al marketing. Y el marketing es eso, edulcorante que apenas disimula la mentira: multinacionales telefónicas que aseguran que la libertad son ellas, yogures light que consiguen marido (o muchas minitas), vinos que juntan generaciones completas en un abrazo, postrecitos que hacen crecer a nuestros hijos…  Promesas de un segundo de duración, el que dura pasar la tarjeta por el posnet.

En fin, un sinnúmero de promesas volátiles, mentirosas, que en algún punto aceptamos, porque es lo que hay, pero que por otro rechazamos profundamente. Después de todo, somos la cultura del Evangelio, la que nos prometía que la Verdad nos haría Libres.. y la cosa alcanzó siempre a creyentes y a creyentes por la negación: el ateo que se construye su Verdad en la tierra y la llama Ideología.

Nadie puede negar los males acarreados por algunas creencias fuertes, pero son tan terribles como los ocasionados por la manipulación, por la mentira. El fin de los relatos no ha deparado mejores cosas que la época de los Relatos Fuertes. Vivir en un mundo de cinismo es vivir esperando nada del otro más que una promesa breve, como la del marketing.

¿En algún punto se creyó su marketing la gente del PRO? Estimo que, de buena Fe, algunos sí. Pero estimo también que su cúpula, o su CEO máximo apostó a que la gente lo votaba por otra cosa, que entonces podía volver el contrato cínico del menemismo. Ese que te decía: “vos sabés que cuando niego la corrupción lo hago para la gilada, porque vos sabés que lo que importa es el uno a uno, las cuotas y viajar a Miami”.

Es lo único que explica una movida tan brusca y grotesca a la vez como la de los Jueces en Comisión. Su justificación en un inciso oscuro de la Constitución Nacional es apenas eso: florcitas para la gilada, un  “vos sabés que lo de la República era una joda, desde el vamos era chicana para los K, y el versito que necesitaban creerse los Lilitos para votarme con menos culpa”.

Es eso o nos toman por boludos. Usted y yo tenemos que elegir ahora que opción nos deja mejor parados.

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