Tomás LüdersOpinión: Elecciones en Estados Unidos y el (muy posible) retorno del Horror al poder

Tomás Lüders06/11/2016
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El próximo Martes, la decisión que tomen los ciudadanos de un país volverá a tener impacto mundial.

Los dos candidatos presidenciales de la todavía principal potencia suman críticas cruzadas. Uno, el Republicano, es elogiado por lo que el otro sector desprecia (su proclamado aislacionismo y su racismo -su “make America great again” apenas vela un “make America withe again”).

La otra recibe críticas de las alas más progresistas de su partido, a la vez que es ligada a la supuesta “decadencia moral” (que es considerada racial) de su país por quienes votan al excéntrico especulador inmobiliario, el candidato más abiertamente racista de los Estados Unidos desde George Wallace, un abierto segregacionista sureño de un tiempo que parecía ya pasado.

Una será previsible, pues continuará garantizando una globalización anti-democrática que ya expandió su marido durante sus dos presidencias del tiempo del Fin de la Historia. Globalización que libera flujos de capitales sin hacer lo mismo con el flujo de personas, que continuará desmontando lo poco que aún conserva su país del estado benefactor roosveliano. Mantendrá sin embargo guiños amables hacia los desprotegidos del propio sistema del que habrá de ser garante, además de un ethos pluralista, a favor de la diversidad cultural y “racial”.

Justamente es esto último, el cosmético respaldo a las minorías (poco más que simbólico o aplicador de leves “parches”, pues no cambia los factores estructurales que reproducen la desigualdad étnica de su país) lo que se ha vuelto el significante más efectivo de su contrincante para seducir a los blancos pobres: “los demócratas le dan la plata de ‘nuestros’ impuestos a los negros, los inmigrantes ilegales y demás parias”. Ese “nosotros” imposible (entre la plutocracia y los desclasados blancos, que solo comparten el color de piel y la religión) viene siendo el elemento de legitimidad más poderoso del Partido Republicano: el sueño del ascenso social individualista muerto encuentra su revancha simbólica en ese discurso… ¡Justo de la mano de quienes lo liquidan!.

Democratic U.S. presidential candidate Hillary Clinton meets with civil rights leaders at the National Urban League in the Manhattan borough of New York

Pero Trump suma además ciertas efectivas críticas a la globalización “de los Clinton” –proceso en realidad iniciado por su propio partido y continuado por el marido de la actual candidata” – y una supuesta defensa del “trabajo de los Americanos”, algo que asusta a los free-traders que componen su elite partidaria. Justo él, que cuando construye sus rascacielos contrata mano de obra precarizada ni bien puede escapar del alcance de las “unions”(los sindicatos que aún son fuertes en lugares como New York).

Pero a sus votantes no les importa, no votan “hechos”, votan pertenencias. El resentimiento se lleva puesto cualquier dato puro y duro. Lo más probable es que las medidas económicas que apliquen unx u otrx candidatx no se diferencien, al menos en lo fundamental.

Sucede sin embargo que de ganar Trump probablemente se legitimará definitivamente un cambio (¿reflujo?) cultural que ya viene lanzando sus zarpazos socio-políticos en Europa: la vuelta del abierto racismo al centro del poder. Claro, el racismo ha sobrevivido, e incluso encontrado expresión abierta en ciertas facciones minoritarias de la derecha política occidental. Pero su legitimación pública via elecciones no es menor, no se tratará de un “mero simbolismo” sin nuevos efectos concretos. No será un mero “sinceramiento”. Lo que puede encontrar abierta legitimidad puede producir horrores que no llega producir lo que, aunque vivo, debe mantenerse solapado.

Una pesadilla que, después del horror de Auschwitz, se creía sepultada.  

native

 

PD: Las fotos son de la Sudáfrica del Apartheid. Donald Trump ya anuncio un muro más racial que nacional, y medidas inmigratorias que discriminan de manera específica pertenencias etnico-confesionales.

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