Tomás LüdersLa cuestión de la hegemonía y el comportamiento electoral

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El autor de la siguiente columna se suma al debate, del que vienen participando varios intelectuales progresistas críticos con el actual oficialismo, sobre cuáles son los factores que suscitan la buena imagen del gobierno. ¿Se trata de una verdadera adscripción ideológica o del tradicional voto instrumental centrado en la mejora de los factores económicos?

Por Gerardo Scherlis (*)

Una forma alternativa de pensar esta cuestión de la posible hegemonía del kirchnerismo es observándola a la luz de las teorías del comportamiento electoral.

Desde hace un tiempo los estudios sobre el tema reconocen que hay dos típicas maneras de concebir el modo de votar. Por un lado, el voto puede ser asumido como una forma de expresión. En este caso, el votante toma en cuenta cuál de las opciones electorales lo representa mejor, cuál es la más cercana a su concepción del mundo. El que vota a Altamira para presidente sabe que no va a ganar, pero igual quiere usar su voto para expresar cuál es su opción preferida. Se trata, por ello, de un voto que tiene una motivación expresiva.

Por otro lado, el voto, y las elecciones más en general, pueden ser concebidos por el votante como un mecanismo para producir un gobierno. En este caso, el votante define su voto en forma instrumental, tomando en cuenta cuál de las opciones con posibilidades de llegar al gobierno es la que prefiere que se imponga como resultado de la elección. El 70% que estaba dispuesto a votar a Kirchner en el ballotage de 2003 no lo haría en su mayor parte por una identificación ideológica con el candidato sino porque prefería un gobierno de Kirchner a uno de Menem.

Pues bien, no tenemos muchos estudios en Argentina que nos ayuden a determinar cuál de estas concepciones del comportamiento electoral es la que normalmente predomina, pero existen numerosas razones para pensar que el ascenso en las proyecciones de voto de Cristina está mucho más ligado al abrumador predominio en nuestro sistema político del voto instrumental por sobre el voto expresivo. En otros términos, y tomando los conceptos usados por Javier Burdman en el post anterior, este ascenso de la presidenta en las encuestas tendría menos que ver con una consistente transformación ideológica de vastos sectores de la población, y en cambio tendría una fuerte relación con la evaluación de gran parte de los ciudadanos acerca de cuál de las opciones de voto presidencial hasta hoy visibles puede constituir el gobierno que más conforme sus heterogéneos intereses. En suma, que una mayoría de argentinos crea hoy que la presidenta es la mejor opción de gobierno entre las alternativas disponibles está bien lejos de sugerir que esa misma mayoría de argentinos haya hecho suya una cosmovisión del mundo y la sociedad a imagen y semejanza del relato gubernamental.

En definitiva, si es cierto que el ascenso de Cristina tiene que ver con el predominio de un voto instrumental, podría decirse que el kirchnerismo se presenta claramente hoy como la alternativa de gobierno más viable y efectiva para un alto porcentaje de argentinos; eso nos deja algo lejos de la visión épica de la hegemonía.

El autor de esta columna es Abogado y Licenciado en Ciencias Políticas. Docente en la materia Teoría del Estado en la UBA.
Fuente: www.politica.com.ar

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