Los Romanos intentaban controlar lo impredecible del futuro a partir de encontrar en las aves, en sus vuelos o en sus tripas, alguna señal de los dioses…
..Eso eran los auspicios, que podían ser buenos o malos. Los malos respondían casi siempre a alguna ofensa cometida contra esos dioses. A los Auspicios no los podía leer ni el pueblo ni los patricios. Esa era tarea de los Augures..
..Ya se sabe, inscribir en el caos sobre el que se monta el destino la voluntad de una entidad sobrenatural, pero personal, tranquiliza…Aunque esa voluntad sea la de venganza. Es mejor ser un hijo castigado por alguien que un ser a la deriva..
Ayer como hoy, preferimos el castigo de una Fuerza que está más allá de nuestro control (la ira de los Dioses o de los Mercados) a tener que trazar solos el sendero sobre el caos de lo Real.
Elevemos entonces nuestras súplicas. Hagamos entonces nuestras ofrendas, Llamemos a los Augures, quizás, después del castigo haya reconocimiento..
