Mauro CamillatoRosca y algo más: destitución y nombramientos en el Concejo

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Por Mauro Camillato

Fueron muy sigilosos, demasiado para la política local, lo cocinaron a fuego lento pero certeramente. Los periodistas que husmeamos y hasta participamos abiertamente de las reuniones que se dan diariamente en el Concejo, esta vez no fuimos avisados. De hecho la información trascendió la noche anterior, de tal manera que en épocas de las redes sociales (que permite que las noticias se viralicen rápidamente) nadie la pudo anticipar.

Hasta durante la misma mañana previa a la histórica sesión, lo que abundaron fueron reuniones a puertas cerradas, casi intentado ocultar algo que a esa altura ya había trascendido. Los concejales macristas y freyristas y el presidente del cuerpo, el inefable Carlos Díaz Vélez  decidieron encerrarse en la oficina de los primeros. (Era pintoresco ver a los legisladores que abrevan en el kirchnerismo reunidos en un lugar donde una foto de Macri de importantes dimensiones está entronizada casi como un santuario). Mientras tanto en el recinto los periodistas quedamos conversando con los dos concejales que quedaron “afuera”, Liliana Rostom y Leonel Chiarella. Un tercero, que a esa altura trascendía que no iba a apoyar la jugada, Fabián Vernetti, no aparecía por ningún lado (luego se supo que se había retirado en el momento justo para acompañar una empleada descompuesta al hospital).

A unas cuadras del lugar se desarrolló otra escena de la saga. En la sede de Marconi y San Martín, la víctima principal se reunió, también a puertas cerradas, con el intendente, José Luis Freyre. Tampoco nada trascendió de dicho encuentro.

Se acercaba el mediodía, hora de comienzo de la sesión, y todo parecía un misterio, hasta alguno que andaba por ahí manifestó que finalmente no se iban a animar a tanto por el miedo al escarmiento público. Es que a esa altura vieron que los periodistas estaban allí sorprendidos por lo que iba a suceder. Para corroborar la situación cada tanto uno de “los rosqueros” se asomaba de la oficina y con la cabeza gacha, sin mirar a los presentes y con cara de no voy a responder nada, se daba una vuelta por el recinto.

La sensación semejaba una jornada trágica, proliferaban los cuchicheos nerviosos. Encima ingresaron al recinto un grupo de entusiastas kirchneristas locales que venían a despedir con algarabía a los concejales propios (Griselda Vaccarini y Germán Mastri) que iban a tener su última sesión, pero se encontraron con ese oscuro panorama. Los entusiastas K solo lograron sacarse una foto con sus compañeros, que salieron unos segundos de la reunión en la oficina con el retrato de Macri, y se retiraron del lugar. No era momento de festejo con una sesión que se avecinaba áspera y compleja.

Ya el mediodía estaba a pleno, las bancas preparadas con sus respectivos micrófonos activados, la espera se alargaba los ediles que quedaron afuera leían una y otra vez el Reglamento Interno para discernir la legalidad de lo que se avecinaba. “Adentro” también parecía que hacían lo mismo, el miedo era si la jugada no podía culminar con un juicio que traiga a futuro importantes problemas. Nadie podía terminar de discernir el tema, hasta que apareció, misterioso, casi como un cirujano que venía a culminar una operación, el secretario de Gobierno municipal, Jorge Lagna. También se encerró en la oficina (otro que quedó bajo la atenta mirada del retrato de Macri), tomó la computadora y escribió la sentencia final. Fin de la incertidumbre, Lagna, “el especialista” (a pesar que en la reunión había otros dos abogados, Díaz Vélez y Viviana Downes) dio los puntos de sutura final, la rosca ya estaba cerrada.

Lo que siguió, ya lo contamos en la crónica respectiva publicada en el mismo día, finalmente en una polémica y tensa sesión con el voto de los macristas y freyristas, más los de Carlos Díaz Vélez y  el “sorpresivo” de  Vernetti (que apareció justo para participar de la sesión) destituyeron al secretario del Concejo, Federico Longobardi. También como moneda de cambio nombraron al asesor del bloque macrista, Lucas Huergo, como prosecretario de cuerpo (en este caso Vernetti sufragó en disidencia). Y finalmente, Norma Orlanda, fue ungida como la reemplazante del destituido Longobardi (ahí Vernetti y Rostom se sumaron con sus votos positivos).

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La rosca

No hay dudas que la negociación es una de las herramientas fundamentales de la política. De hecho el ejemplo más claro es lo que está sucediendo en estos días con los debates por las reformas de las leyes laborales y previsionales en las legislaturas nacionales. Y en esas negociaciones lo que siempre impera son un “toma y daca”.

Pero también es cierto que muchos nuevos dirigentes se “llenan la boca” sosteniendo que son “la nueva política” y que por ende dejan de lado esas prácticas que pertenecerían a lo que ellos mismo denominan como “la vieja política”.

Y hasta algunos memoriosos recordaban que hace 11 años atrás sucedió algo parecido en el Concejo local. En ese caso el acuerdo a puertas cerradas fue con algún protagonista que hoy está del otro lado, ya que fueron radicales y oficialistas los que decidieron  luego de la jubilación del entonces secretario del Concejo, José Brendan Wallace, y de la prosecretaria, Clotilde Camarassa; nombrar en sus lugares a Federico Longobardi (en ese momento un entusiasta militante del PJ que había integrado la lista de candidatos a concejales, hoy parece haber pagado caro su abandono de esa militancia) y Jorge Riasol (secretario del entonces edil, Lisandro Enrico). Los que denunciaron aquella rosca fueron quienes eran entonces ediles de Pueblo, Roberto Meier y Claudio Natali, y el socialista Juan Moscoso.

La diferencia (no menor) con aquel antecedente es que en ese caso se trató de nombramientos (con rosca de por medio) para reemplazar cargos de personas que se jubilaban (Camarassa  y Walace)  y ahora significó la remoción (despido) de un empleado (Longobardi) y la cobertura de un cargo que estaba vacante desde hace tiempo.

Así más allá de las críticas que existían previamente sobre la figura de Longobardi y sus no cumplimientos laborales, nunca nadie lo había advertido públicamente, ni lo habían realizado por escrito (menos aún iniciado un sumario, lo que se debe realizar en la administración pública para anteceder y justificar un despido). Quedará para ver si esto configura la posibilidad de un futuro juicio laboral que le puede costar al Estado un importante monto. Al respecto, el análisis pasa por si la figura del secretario del Concejo es principalmente política  (el Reglamento Interno no es claro) y por ende no le cabe las generales de la ley como a cualquier empleado. Vernetti justificando su voto sostuvo: “la política lo puso, la política lo saca”.

También para destacar la manera cruel en la que se elaboró todo, “la víctima” se enteró que iba  a ser despedido el día anterior y quien le dio la mala noticia fue Leonel Chiarella (votó junto con Rostom en disidencia) porque ninguno de los que fueron pergeñando en los días previos la  movida fue capaz de avisarle.

Por otra parte suena a extemporáneo que macristas que hacen un culto a la necesidad del ahorro de los recursos públicos, culminen nombrando a un nuevo empleado en el legislativo local. Más allá que el cargo estaba vacante en un Concejo donde los recursos son escasos, nadie reclamaba la cobertura del espacio.

Lo cierto es que en la rosca la armaron macristas y freyristas con la anuencia del presidente del cuerpo, Carlos Díaz Vélez y la final participación parcial (¿solo sorpresiva?) del socialista, Fabián Vernetti. Todos parecen coincidir en un solo punto, la inquina contra el enriquismo (y en todo caso la necesidad de horadar el futuro poder de dicho grupo) que a partir de la próxima sesión tendrá un bloque más numeroso. Párrafo aparte: Inquina que la semana pasada el oficialismo y el enriquismo dejaron  de lado para votar en conjunto  la ordenanza que favoreció a Corven.

Ahora quedará por ver si el final de esta rosca se vivió el mismo miércoles o tendrá un nuevo capítulo el próximo con el nombramiento de las autoridades del nuevo Concejo. ¿Habrá una nueva toma y daca? Lo sabremos.

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