Mauro CamillatoOpinión: A propósito de las polémicas de los últimos días en VT. Perdió la política, perdimos todos

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Por Mauro Camillato

Los acontecimientos ocurridos en los últimos días en nuestra ciudad tienen una sola víctima: la política. Hace mucho tiempo que gran parte de los ciudadanos creen cada vez menos en ella y por ende en los políticos. En realidad se perdió la referencia  de la política como una herramienta de transformación social.

De hecho por eso fueron varios los teóricos que allá por los 90 se atrevió a anticipar el fin de la política, por aquí nuestros dirigentes vernáculos mucho contribuyen para que eso se acerque o asemeje.

Es que el escándalo comenzó con la candidata  intendenta Liliana Rostom pidiéndole la renuncia a su primer candidato a concejal, Carlos Aldasoro, luego de tildarlo de corrupto y delincuente por haber cobrado un jubilación presuntamente irregular.

Como es sabido, la novela continuó con la renuncia de Aldasoro, pero éste no se quedó quieto y antes de emprender un viaje reparador lejos del escándalo, contratacó enviándole un correo electrónico al edil, Fabián Vernetti (quien fue el primero que denunció la existencia de la jubilación trucha) amenazando que iba a hacer pública la inexistencia del pago del impuesto a la ganancia por parte de este último. El legislador socialista reenvió el correo a todos sus pares y que a las vez se filtró a la prensa. Lo que siguió fue un despropósito tras otro, nos enteramos que la mayoría de los concejales, a pesar que les corresponde, no pagan dicho tributo. Pero además el Concejo como institución que emite los sueldos no realiza las retenciones que corresponde, peor aún, según las palabras de algunos de los legisladores, el cuit  “está caído”. Es decir el órgano legislativo local está casi en un estado de ilegalidad.

Pero además si nos ponemos a averiguar un poco más, parece que el Municipio solo empezó recientemente a retener ganancias a sus funcionarios. En pocas palabras, el Estado Municipal venadense, en sus dos poderes, en lugar de ser modelo normativo, es la excepción más grotesca a la regla.

Lo cierto es que más allá que es necesario aclarar que “el no pago de ganancia” es una irregularidad importante cometida sobre todo por un funcionario, es un error ponerlo en un mismo plano que el presunto cobro de una jubilación trucha (esto es bastante más grave).

De todos modos en el trasfondo de esta polémica, a poco de las elecciones la gran pregunta (y especulación) es quién ganó con el festival de descrédito. En principio no hay dudas que el primer gran perdedor fue el propio Aldasoro, que tuvo que bajar su candidatura. Pero a la vez este intentó “llevárselo puesto” a Vernetti y en realidad parece que se llevó hasta a los propios y a la política en su conjunto.

El fin de la política

Como dijimos líneas atrás este tipo de conducta contribuye a la muerte lenta pero constante de la actividad política. Aunque a esta altura habría que empezar a discutir en serio sino (de alguna manera) ya feneció.

De hecho decíamos en una sentencia que trajo mucha polémica, el politólogo estadounidense de origen japonés, Francis Fukuyama en los principios de la década del 90 en su libro “El fin de la Historia y el último hombre” anunció (justamente) el fin de la historia y por ende de la política. Es que el teórico estadounidense sostenía que la historia humana como lucha entre ideologías ha concluido y que la economía de libre mercado se había impuesto de manera definitiva a las utopías tras el fin de la Guerra Fría. De este modo, nada queda por hacer y casi la actividad política no tendría razón de ser, o en todo caso solo tendría una función administrativa y no mucho más.

Por su puesto, Fukuyama fue defenestrado desde diferentes referentes de las ciencias sociales, pero en los mismos 90 proliferando autores “más políticamente correctos” que sostuvieron palabras más palabras menos algo similar aunque aclararon que en realidad la historia y la política no se habían muerto, que en todo caso lo que feneció fue la manera de concebir dicha actividad durante la modernidad.

Lo cierto es que no hay dudas que la “política está en crisis y que desde hace tiempo “la gente” ya no la siente como la herramienta necesaria para la transformación social. Y mucho hacen los dirigentes para que la opinión pública sienta eso. Una clara muestra de esto, es lo sucedido en nuestra ciudad en los últimos días.

 

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