Mauro CamillatoNo fue un chiste, casi gana Del Sel

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Por Mauro Camillato

El casi triunfo del capocómico devenido en político sorprendió a muchos, de hecho ni siquiera lo habían previsto ninguna encuestadora.

 

Nadie presagió que alguien que solo hace dos meses se sumergió en esta actividad podía obtener semejante nivel de apoyo popular. Alguien que tenía casi como único antecedente político el ser amigo de Carlos Saúl Menem y de Mauricio Macri. Alguien que ni siquiera abordaba la política desde el humor. Alguien que hizo un culto junto a sus compañeros de MIDACHI, al chiste fácil y a las imitaciones simplistas de personajes populares. Alguien que contó como su principal capital la sonrisa permanente y un carisma logrado mediáticamente. Alguien que en toda la campaña no emitió una sola propuesta, solo generalidades como “en esta provincia no puede haber tantos pobres”, frases nunca acompañadas del cómo hacerlo o en que en su defecto iban junto a alguna  obviedad, “hacerlo bien y honestamente”… el grado cero de lo esperable para un funcionario.

No hay duda que el voto al humorista devenido en candidato es la adhesión a la “anti política”, o contra los políticos tradicionales, o en todo caso a la pos política.

Quizás recurriendo a terminología de los estudios comunicacionales su fuerte haya sido sólo y exclusivamente su condición de líder electrónico (es decir alguien que basa su performance electoral en los beneficios que le da su paso por el territorio visivo, ese “territorio ideal” de la TV). Un líder electrónico que asienta su discurso en la lógica del espectáculo, una lógica en donde no aparecen debates de ideas reales, solo estereotipos y clichés, construcciones enunciativas banales e efímeras.

De hecho Del Sel eligió culminar su campaña justamente en el territorio visivo, por ello el programa de Susana Giménez sirvió de acto de cierre. Nada de actos populares, en plazas públicas o algo por el estilo como en la vieja política, nada de territorios reales. En todo caso en el territorio real solo vale el contacto personal individualizado, el “toqueteo” rápido (abrazo, beso o aunque sea una palmada, nada de discusión o intercambios de argumentaciones), la presencia por la presencia misma, que adquiere otra dimensión si el candidato baja del territorio ideal de la TV.

Por eso el candidato del PRO, emulando a su maestro Carlos Alberto Reutemann, eligió realizar grandes recorridas a pie por calles de las diferentes localidades de la provincia.

No hay dudas que el de Del Sel es un fenómeno parecido al que fueron en otras épocas los de Reutemann y Scioli (que proliferaron en los 90). Sin embargo, en un momento en donde las mediaciones políticas parecían restablecerse en Argentina, la aparición de este fenómeno sonaba demodé.

De todos modos, el triunfo de Macri en Ciudad de Buenos Aires y la politización de una población vinculada al sector agropecuario quizás hayan colaborado en la cosecha de votos de Del Sel. Tampoco hay que obviar cierto apoyo de sectores populares encandilados por un líder popular que les hablaba desde el llano, casi con su mismo discurso.

La autocrítica necesaria

No hay duda de que a falta de alternativas, una parte importante de la población empieza a visualizar a la “derecha” como una opción posible para gobernar. Aquí también hace falta explicar que no se debe entender por derecha nada tan denso como el fascismo: ahora se trata simplemente de pretender que nada altere la vida cotidiana y de poner un poco de orden: las palabras "mano dura" fueron reemplazadas en el discurso del PRO por una mágica restauración de la educación como elemento disciplinador. No hay sin embargo un proyecto pedagógico a la vista. Se trata de que los “negritos” (Del Sel dixit) se eduquen y coman. Se verá luego cómo hacerlo… ¿Cómo a nadie se le ocurrió antes?

También aquí deberá darse una fuerte autocrítica el kichnerismo, que en los últimos tiempos se apropió de un discurso aparentemente de izquierda. Sin los eventuales beneficios revolucionarios proclamados, irritaron desde una verba antagonizante los ánimos conservadores y conciliadores. El razonamiento de parte de la población comienza a ser: “si esto es izquierda, yo prefiero la derecha”.

En realidad estamos ante un presunto discurso de izquierda que esconde unos cuantos hechos de corrupción y que se destaca por su intolerancia a lo diferente o al que piensa distinto. Y más allá de la bonanza económica (cimentada en gran parte por el excelente contexto internacional ) y de los reales aciertos K, la demanda de la población empieza a volcarse hacia otro lado.

Quizás la opinión pública se cansó de la intolerancia y de los retos de “señorita maestra” de Cristina (de hecho, flojo favor le hizo a su candidato la presidenta cuando retó públicamente al gobernador de la provincia en el acto del día de la bandera y en la inauguración de la planta de biodiesel) y empieza a pedir otra forma de gobernar (ni mejor, ni peor, otra forma). Vale aclarar que eso no significa, que por ahora, el Gobierno pueda perder la elección nacional.

Por otra parte, también el socialismo tendrá que revisar lo actuado, porque después de todo lo que le costó llegar a la gobernación estuvo a punto de perderla en manos de un candidato improvisado. Con todo lo que significaba semejante derrota, por ejemplo el fin del sueño presidencial de Binner. Y hablando del actual gobernador, también éste y quienes están a su alrededor tendrán que comenzar a evaluar si se puede seguir atado a sus caprichos y a su dedo. De hecho, si bien la postulación de Bonfatti terminó siendo un éxito (a pesar de lo ajustado del resultado), también es cierto que lo terminó salvando el ninguneado Miguel Lifschitz (quien era el candidato natural a la gobernación, y fue bajado por el propio Binner) con su impresionante caudal de votos cosechados en Rosario.

Finalmente, no hay duda que tanto gobierno nacional como provincial siguen adeudando una real transformación de la realidad, y la política se trata principalmente de eso.

Por supuesto, todo esto no significa que Del Sel, Macri o el PRO sean esa alternativa, pero es cierto que esta elección debería ser un llamado de atención a tener en cuenta. Porque  al final, casi, casi gana Del Sel…y eso no fue un chiste

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