Por Mauro Camillato
El 7 de septiembre del año pasado escribíamos una columna de opinión que titulábamos: “Las nuevas formas de hacer política: Lo pidió la gente”. Y sosteníamos principalmente que “la lógica de dejar que sea “la gente” (lo que los sociólogos llaman opinión pública) la que defina la orientación de las políticas públicas, suele funcionar bien en términos electorales. Sin embargo, y paradójicamente, esa misma lógica puede ser la que asesine simbólicamente la capacidad del Estado y -del propio político que promueve- de generar políticas públicas consistentes y de largo plazo”. Para justificar nuestra opinión citábamos además al filósofo e historiador eslovaco Slavoj Žižek, quién sostiene: “Hoy está de moda decir que la gente quiere tener voz, participar en política. No. La mayoría, no. Esto es lo problemático cuando se dice: ‘Necesitamos una ciudadanía más activa’. Que la gente debe participar en las decisiones, en reuniones, en sus comunidades locales, etcétera. (Pero) No es así, salvo en situaciones de emergencia, en estos hermosos momentos de revueltas y demás. En el largo plazo, lo que la gente quiere es un orden público, organización estatal, que las cosas funcionen y me permitan hacer bien mi trabajo. No me gusta este casi superyoico terror de ser un ciudadano activo, que participa todo el tiempo. No funciona de ese modo.”
De esta manera lo ocurrido esta semana en nuestra ciudad con el tema aumento de tarifa de taxis y remises refuerza lo argumentado en dicha nota, aunque en este caso tendríamos que cambiar “lo pidió la gente” por “lo obligó el apriete de un grupo”. Es que fue insólito y escandaloso que unos 30 choferes no contentos con el aumento otorgado fueran hacia la sede del Concejo cruzaran sus autos, cortaran la calle, tiraron algunas bombas, prendieran fuego cubiertas e increparan a los legisladores presentes. Y una vez que lograron ingresar al recinto y los legisladores los invitaran a debatir el tema, solo se dedicaron a gritar y hasta uno de ellos empujó a Francisco París luego de un intercambio de palabras.
Pero sería “plantar” un muy mal antecedente (aunque no es la primera vez que sucederá) que después de semejante acto el Ejecutivo y el Concejo terminen otorgándoles lo pedido. Si eso ocurre no sería de extrañar este tipo situaciones se repitan de aquí en más.
El papel del Ejecutivo: La lógica de la palmadita en la espalda
También en otra columna de opinión escrita tiempo atrás en Venado 24 describíamos cierta forma de actuar del intendente, José Luis Freyre como “la lógica de la palmadita en la espalda” (figura que después varios usaron). Esto es: el mandatario venadense nos tiene acostumbrado a no decirle “no” a nadie, en todo caso quien acude a él recibe una “palmadita” y luego el problema pasa a otro, de hecho hay innumerables ejemplos en la historia reciente de nuestra ciudad al respecto.
Ahora lo hizo de nuevo ya que luego de aprobada la ordenanza por unanimidad (con el voto de los concejales oficialistas) que estipulaba el aumento de un 17 por ciento de la tarifa de taxis y remises, recibió a los enojados permisionarios y estos se fueron “contentos” a protestarles a los legisladores. Así el día de la manifestación los propios reclamantes en todo momento salvaban a Freyre de sus reproches, a pesar que no hacían lo mismo con los desorientados ediles porotistas. Y por si acaso desligando responsabilidades y dejando a los suyos en offside aducía que el aumento había sido votado a las apuradas. Aunque la normativa estuvo más de un mes discutiéndose y seguramente sabiendo la forma de actuar de los legisladores del PJ, los mismos levantaron la mano con la segura aprobación del intendente.
Además en el momento de la manifestación Germán Mastri nos adelantó a los periodistas presentes que desde el Ejecutivo se iba a vetar la ordenanza, sin embargo el mismo mandatario minutos después declaraba que en realidad solo iba a pedir que se revise la normativa.
El papel de los concejales
Por cierto todavía falta un capítulo de la historia porque aún no se sabe cómo va a terminar, pero lo certero es que se va rever la ordenanza, ergo los manifestantes “apretadores” consiguieron su objetivo.
Ahora se manejan dos opciones ya explicadas en anterior nota, pero ambas de alguna manera ceden ante la presión, solo se diferencian en la cantidad de días a tomarse para definir la nueva tarifa. Claro que una de ellas (que es la que aprueban los permisionarios) será difícil de implementar si el Ejecutivo sigue con su postura de no vetar lo votado, ya que pretender suspender por 30 días una ordenanza ya votada es una irregularidad administrativa.
Pero más allá de eso será difícil de sostener en el tiempo el endeble papel de los concejales, que ante determinada presión (y este caso más que presión se pareció a un apriete) terminan cediendo. Quizás al respecto el antecedente más cercano (pero no el único) sea el tema de la obra de ampliación del comercio Taco, donde primero se actuó con determinación y se le pidió al comerciante que destruya lo construido fuera de reglamento: Finalmente con el Ejecutivo actuando de intermediario todo quedó en la nada y con leves reformas la obra terminó tal como estaba planeada, es decir no cumpliendo con la normativa.
Lo cierto es que los 30 taxistas y remiseros parece que lograrán su cometido y más allá que tengan o no razón, el tema quedará como un nuevo caso que demuestra la forma de hacer política en la ciudad.