Por Mauro Camillato
Después de tantas especulaciones y ríos de tintas escritos se terminó un capítulo de la novela (que quizás prometa nuevos) y Hermes Binner fue proclamado como candidato a presidente.
Decíamos una anterior columna publicada en Venado 24: “hoy se debate entre ser una especie de Carlos Reutemann del progresismo (es decir, volverse otro presidenciable que luego de muchas vueltas acaba por diluirse en "puede ser"), terminar siendo un candidato testimonial como tantos de la izquierda de nuestro país o en empezar finalmente a construir un camino largo y sinuoso para el socialismo a nivel país”.
Lo cierto es que luego del congreso socialista realizado en el hotel Bauen de Buenos Aires la alternativa elegida parece ser la tercera.
Y vale también una corrección a nuestra anterior nota, pues en ella describíamos a Binner como un dirigente “moderado, parco”; sin embargo contradictoriamente hoy podemos decir que al gobernador santafesino le agrada “acelerar a fondo”.
Si uno repasa su carrera política este aparentemente vacilante dirigente político siempre término “acelerando a fondo”.
Lo hizo cuando decidió romper con Héctor Cavallero (en ese momento todopoderoso intendente de Rosario), para abrirse y llevarse la mayor parte del partido consigo. Volvió a hacerlo cuando, contra opiniones de propios y extraños, eligió a un poco conocido Miguel Lifschitz como su sucesor en Rosario. Repitió cuando decidió ir dos veces por la gobernación contra el afianzado aparato del PJ en Santa Fe (en la segunda oportunidad logro vencerlos). E insistió con su tozudez cuando optó por Antonio Bonfatti para legarle su lugar en la gobernación, a pesar de que había otros mejor posicionados como el propio Lifschitz y Rubén Giustiniani. En todas las oportunidades logró su cometido.
Lo cierto que ahora vuelve a acelerar a fondo y en este caso puso en jaque su alianza con la UCR en Santa Fe. No va a ser fácil ni para radicales, ni para socialistas convivir con este nuevo mapa político. No va a ser fácil explicar en plena campaña electoral en la provincia, que por aquí van juntos pero en la nacional irán separados.
De todos modos, vale aclarar aquí que cuando analizamos el currículum decisorio del actual gobernador no hacemos una valoración política ni una defensa de lo que quizá sea un excesivo personalismo, sino un análisis de una estrategia política exitosa que parece seguir dándole suficiente resultado como para ser hoy el líder incuestionable del PS. Guste o no guste cómo lo hizo, fue él quien lo transformó de partido municipal rosarino en una creciente alternativa nacional de centroizquierda.
Habrá que esperar para comprobar cómo le saldrá esta nueva movida, en todo caso el juego está abierto y no hay duda que Binner volvió a pisar el acelerador.