Mauro CamillatoAnálisis de campaña política II. Mucho ruido, pocas ideas

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Por Mauro Camillato

La campaña política previa a las elecciones internas, abiertas y simultáneas de la Provincia de Santa Fe llegó a su fin. Podríamos decir que afortunadamente llegó a su fin. Las tácticas de visibilización de los candidatos castigaron al votante con pésimos y ruidosos jingles, slogans huecos y muchos, pero muchos, afiches que venden un producto (el voto) que el grueso de la gente solo “compra” porque debe hacerlo. Para colmo, el nuevo sistema electoral de Santa Fe culminó con el voto arrastre que solían generar las figuras reconocidas, lo que forzó a todos los pretendientes a ocupar los diferentes cargos a ser denodados refuerzos para ser reconocidos.

Ya no encabeza la boleta una figura principal que deja a los demás tranquilos esperando la transfusión de votos. Un claro ejemplo de lo enumerado, es que en esta oportunidad como nunca había sucedido, los aspirantes a ocupar las candidaturas a cargos legislativos invirtieron grandes esfuerzos en publicidad. Esto multiplicó la oferta publicitaria, pero se hizo muy poco más que repetir y animar musicalmente hasta el cansancio los pocos conocidos nombres y caras.

Como nunca en un proceso pre-eleccionario santafesino, proliferaron los avisos publicitarios, afiches, pancartas, banners, gigantografías y pintadas de tapiales, invadiendo todo espacio público posible. Hasta el hartazgo se vieron las caras de algunos candidatos y se escucharon jingles por doquier provocando una contaminación visual y auditiva difícil de olvidar. Párrafo aparte se merecen los automóviles con parlantes que, a todo volumen, promocionaban a los candidatos, provocando la bronca de muchos vecinos que no podían creer semejante avasallamiento auditivo (a propósito, ¿la municipalidad se habrá encargado de medir los decibeles del sonido, como lo hace con boliches y pubs?.

 Cumbia, nena

De todas formas, las vedettes de esta campaña fueron los jingles, todos bastantes parecidos, mucho ritmo de cumbia y poca imaginación. El fenómeno de la “Cumbia del Lole”, jingle de la campaña a senador nacional de Reutemann de 2009, parece ser el modelo a imitar. Cabe recordar al respecto, que dicho ritmo tuvo su momento de gloria cuando llegó a ser reproducido en el programa de Tinelli. Para algunos analistas la participación del ex corredor de Fórmula 1 en ShowMatch acompañado de su pegajosa melodía, fue el espaldarazo final para poder imponerse ante Rubén Giustiniani en aquella elección. 

Sin embargo, ante la proliferación, los jingles se neutralizaron uno con otro, perdiendo todo efecto posible sobre el electorado. Igual, como reza un publicitario básico: “si el otro lo hace, es mejor neutralizarlo haciendo algo parecido a no hacer nada”. Por otra parte, cabe destacar, al respecto, el despectivo y reduccionista concepto de “lo popular” encarnado en estas composiciones musicales: “si las masas escuchan cumbia, hay que aparecer en una cumbia para hacerse conocer”. Desde la más mecánica psicología conductista se intenta convertir el gusto por ese ritmo en fidelidad electoral.

 Ahora si, a la política local llegó la TV

Como pocas veces había ocurrido, también sorprendieron en la ciudad los spots televisivos locales, y ya no sólo mostrando la foto del candidato y una voz de locutor en off repitiendo el texto de ocasión. Esta vez algunos candidatos se animaron a hablar a cámara, otros se decidieron a contratar actores amateurs.

En primer caso podemos nombrar el spot en el que se ve a un José Luis Freyre caminando junto a Martín Labbé (su candidato a senador) y hablando a la cámara. En este aviso es llamativo el silencio del actual diputado provincial, que parece un “convidado de piedra” que se limita a agachar la cabeza ante el pedido del Intendente venadense para que lo voten.

El más osado fue el del candidato a senador por el binnerismo, Lisandro Enrico, que se animó a armar un par de avisos televisivos con actores amateurs, lo que sorprendió a propios y extraños.

 Tratando de encontrar el slogan adecuado

Otro párrafo aparte merecen los diversos slogans de los candidatos, esas breves frases que la mayoría de las veces suelen recurrir a todos los clisé posibles, diluyendo así capacidad de diferenciar a un candidato de otro. La recurrencia al slogan es sin duda una consecuencia de la publicidad política actual, que apunta a un elector desinteresado y apático, que no se hace tiempo para leer propuestas, sean largas o breves. Cuestionables como estrategia, pero necesarios quizá en el mundo mediático en el que si no se impacta rápido se aburre, lo cierto es que igualmente hay buenos y malos slogans.

El cambio Continúa”, fue el elegido por el oficialismo provincial para reforzar su eje central de campaña, esto es, la idea que el gobierno de Binner comenzó un cambio en la provincia (se habrían dejado atrás “24 años de malas gestiones justicialistas”) que sólo pueden prolongar los candidatos que encabeza Antonio Bonfatti.

A los rivales internos se les complicó la cuestión, principalmente porque en toda la campaña quisieron exhibirse como continuadores de la conducción actual de la provincia y a la vez necesitaron de diferenciarse del delfín de Binner. El slogan escogido por Rubén Giustiniani fue un anodino: “ganamos todos”; el de Mario Barletta una apelación sin mucho significado: “pongamos lo mejor de nosotros”. Es decir yo, Barletta y los míos somos lo mejor “de nosotros”. Difícil tarea esta de intentar diferenciarse de alguien, a la vez decirse, ser su heredero. Esta contradicción proselitista es un índice de la crisis de los idearios y programas políticos, que llevan al elector a elegir nombres sobre partidos o proyectos colectivos. Para el grueso del electorado no hay gestión del Frente, sino “gestión de Binner”. 

En el justicialismo, Agustín Rossi, como es una constante en su carrera política, decidió en su campaña publicitaria exhibir ser el candidato de Cristina como su principal atributo, las frases elegidas fueron, primero “si Argentina puede, Santa Fe también”, y luego “si Agustín gana, Cristina también”. La primera frase parece efectiva considerando la aceptación que está teniendo la gestión k entre el electorado santafesino. La segunda solo suena persuasiva entre quienes mantienen un vínculo afectivo fuerte hacia la presidenta, ya que sin muchos rodeos, piden que todos votemos a alguien para que gane una, y sólo una persona. 

Es cierto, el peronismo históricamente equivalencia la voluntad del pueblo con la de su líder, pero la frase se presta a la confusión entre quienes adscriben al personalismo justicialista (ya que no hay ni una mención al Pueblo representado por el líder), y entre el electorado mayoritario, que ni aun decodificando la frase de acuerdo a las supuestas intenciones del autor (Cristina= Pueblo) estaría dispuesto a aceptar tal equivalencia. 

El kirchnerismo debería tener en cuenta que en el marco de una sociedad como la argentina actual, “buena imagen” en las encuestas no es sinónimo de fidelidad y creencia inquebrantable, sino más bien de aceptación por conveniencia. Por eso el 70 por ciento de imagen positiva de la gestión kirchnerista se fue por el piso durante la crisis con “el campo”, y resurgió lentamente con el mantenimiento de los buenos índices económicos. 

Por su parte, el intendente rafaelino Omar Perotti recurrió a un sintético e inexplicable: “por más Santa Fe”. En tanto, Rafael Bielsa –el candidato del kirchnerismo impuro- cerró sus publicidades con “juntos a la par". Es cierto que Bielsa, a diferencia de Rossi, ha sabido acercarse al “proyecto nacional” manteniendo cierta autonomía respecto del verticalismo de éste. Pero también es cierto que no ha podido dejarlo demasiado claro en su campaña, ergo aparece ante los electores como un kirchnerista ninguneado por… el kirchnerismo. 

Perotti en cambio ha querido sin poderlo, proyectar al resto de Santa Fe la buena aceptación que tiene su gestión en Rafaela. Lo real es que no tanta gente fuera de su ciudad conocía su gestión, y sus publicidades no supieron más que transmitir frases trilladas inasociables a la misma. 

Por su parte el PRO, con su amarillo furioso como color de fondo de todas sus publicidades, recurrió una expresión similar a la de Perotti y en este caso la frase fue: “Santa Fe está para más”. La consigna es del todo mala, considerando que el humorista devenido en dirigente político de último minuto apuesta a diferenciarse tanto del justicialismo provincial como del gobierno del Frente, al que acusaría de tibio a la hora de concretar cambios. Sin embargo es de suponer que a Del Sel le va a costar mucho trabajo demostrar que es un candidato con capacidad de gestión con sus nulos pergaminos en el terreno público. Es cierto que ante la crisis de “los políticos”, referentes del sector empresarial como De Narváez o su jefe político Macri supieron canalizar el rechazo y una ingenua idealización del mundo de los negocios. Pero a diferencia de los anteriores, Del Sel no puede transferir al campo de lo público una experiencia empresarial que no tiene. Para sus publicistas, le quedaría como mayor capital la noción de que ciertos sectores populares se dejarían seducir acríticamente por la resonancia de un nombre famoso.

Ahora bien, los sloganes más precarios fueron los elegidos por los candidatos locales. Algunos se limitaron a continuar con los difundidos por los postulantes provinciales (casi todos los candidatos del Frente lo hicieron) tratando de mantener una línea de coherencia y de cohesión. 

José Luis Freyre con su “una mejor ciudad para todos” decidió tener el propio y apelar principalmente a lo local, demostrando que a pesar de cerrar con Rossi, sigue tratando de hacer su juego propio. Frase repetida la del slogan, el enunciado comunicaría más por lo que no dice que por hace implícito. De esta forma Freyre intentaría conseguir tanto el apoyo del elector kirchnerista más ideológico, como de quien sin ser un “militante” de la causa apoya al gobierno, y a la vez no ofender y hasta seducir al electorado decididamente anti-k. 

Otros, como los poco conocidos Juan José Enrico (candidato del PDP) y Hugo Corinaldessi (candidato a Intendente de Bielsa) sorprendieron con enunciados propios. “Tiempo de limpieza” fue el llamativo texto que difundió el PDP, la pregunta es de qué quieren limpiar a la ciudad: las posibles interpretaciones quedan abiertas. En el medio de tanto debate por seguridad, suena a bastante autoritario. Por otra parte, si la frase apunta a “limpiar” la “corrupta” política actual, el PDP estaría cayendo en un “efecto exageración”, ya que, más allá de cómo sean los hechos, no hay en la ciudadanía un clima de rechazo generalizado hacia una gestión que asume como relativamente honesta. 

En tanto, Corinaldessi, cierra su publicidad gráfica con un enunciado propio de la semántica religiosa: “que Dios ilumine tu mente para que el 22 votes correctamente” (¿?). ¿Pretende Corinaldessi mostrarse como una suerte de elegido divino? ¿Es él quien Dios considera la elección correcta? Habrá que rezar para enterarse vía iluminación divina. Lo cierto es que aparentemente ni siquiera el candidato a senador de su lista, Emilio Venturelli, lo considera elegible, hecho del que dio más de una prueba al mostrarse en sus afiches junto Freyre y no junto a él. 

 Los nuevos actos políticos

Otra nota distintiva de la actual campaña venadense, fue que ocupando el lugar de los actos y discursos proselitistas, sí hubo un par de actos públicos que concentraron la atención de una parte importante de los venadenses.

Por un lado, el que más público llevó fue el organizado por los radicales del Frente Progresista en el estadio de Olimpia. Claro está, las 4500 personas que asistieron a dicho acto no fueron a escuchar los discursos de los candidatos, sino fueron a disfrutar y bailar al ritmo de Los Palmeras. En todo caso, sí presenciaron a los políticos haciendo esfuerzos para parecer lo más simpáticos posibles, danzando o tarareando las canciones del grupo cumbiero. Querer bañarse de un manto de esencia popular apelando a la cumbia es propio de un reduccionismo de clase media que reduce a la compleja cultura popular a sus aristas más estridentes. Detentores de un perfil moderado y una clara pertenencia de clase media los referentes radicales más que a las masas se acercaron al ridículo. ¿Alguien cree que a Díaz Vélez le puede gustar la cumbia?

El otro acto, con algo menos de público (la entrada fue limitada para 300 personas) fue el que tuvo como principal expositor al director técnico de fútbol Marcelo Bielsa. En este caso, la organización fue realizada por el candidato a gobernador y hermano del DT, Rafael Bielsa. En realidad fue una clínica de fútbol en la cual abundaron los conceptos referidos a dicho deporte, pero no hubo casi mención a la política. El ex DT ni siquiera tuvo la amabilidad de pedir el voto para su hermano. El único rastro de política lo dieron los banners y volantes con fotos de los candidatos en la entrada del salón. Raro apoyo, el de alguien que no quiso hablar con la prensa, pidió que no le sacaran fotos y encima apenas terminó su charla, se levantó con cara de poco amigo y se retiró sin chistar. Si Rafael Bielsa quiso contagiarse de la popularidad de su hermano, flaco favor le hizo éste.

Y la política dónde está?

No hay duda que la política en los comienzos del siglo XXl, pasa por otro lado, que ya no existen los actos militantes, ni los grandes debates de ideas. Ni siquiera atisbos de intercambios de proyectos. La responsabilidad no es de un dirigente puntual u otro. 

El elector actual, sea del sector sociocultural que sea, salvo por la novedosa adhesión militante despertada por el kirchnerismo –que es más propio de la pequeña burguesía que masivamente popular- es un elector a quien lo público le interesa más bien poco. Asume a la política como a una carga. Los sectores medios tienden a votar a quien se muestra como buen gestor –es decir quien es capaz de alivianar la carga política- y suelen tener rechazo por los principios ideológicos. Los sectores populares que fueron excluidos del mundo del trabajo ya no montan lazos de pertenencia como los del primer peronismo, votan a quien piensa que les garantizará mejores condiciones materiales. La clase obrera ha perdido también su identidad de clase, y difícilmente vote un proyecto sostenido en principios revolucionarios. Como todo el mundo hoy, solo quieren sobrevivir de la mejor manera posible, tener estabilidad laboral e integrarse al mundo del consumo. 

Difícil de ser interpelado por las ideas y principios, este huidizo elector sin fidelidades partidarias o ideológicas.

El marketing y la publicidad han hecho bastante en ciertas condiciones, pero ni Alfonsín triunfó por David Ratto (a pesar de ser considerada la primer campaña política que utilizó modernas técnicas de publicidad en la historia Argentina), ni De la Rúa ganó el 95 por los cortos de Ramiro Agulla, tampoco De Narváez ganó por Tinelli, sino por la crisis de legitimidad aquellos a quienes se enfrentaban. Igualmente sus equipos de marketing supieron en su momento jugar bien las reglas del juego mediático.

Los referentes locales en cambio, con menos presupuesto y talento creativo, no han exhibido si quiera una buena publicidad. 

Ver: Analisís de campaña política I

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