Mauro CamillatoA propósito del comienzo del Mundial: el fútbol esa estupidez tan seductora

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Por Mauro Camillato

Paren todo, pongan pausa, comienza la Copa del Mundo. Por unos días no importará tanto el acuerdo con el FMI, la suba del dólar o la inflación, ni la corrupción de ayer (tampoco la de hoy, aunque se hable poco), ni la ley de aborto legal, menos aún de la pobreza o cosa por el estilo. Nada importará, solo la pelota, esa que comenzará a rodar allá lejos en Rusia y que repiqueteará por todos lados. Según avance Argentina, más extensa se hará la pausa.

Es raro esto del fútbol, es el único espectáculo que logra parar gran parte del mundo y quizás esto sea un claro ejemplo para discernir tan estúpidos somos. Lo decía Jorge Luis Borges (un acérrimo opositor de este deporte), “El fútbol es popular porque la estupidez es popular“. O sea, Borges nos dijo estúpidos (me incluyo porque a mí me gusta el fútbol), aunque también es cierto que el escritor argento era sobre todo un provocador que hacía de la ironía su principal herramienta y por ahí tengo la esperanza que lo que decía no lo hacía “en serio”.

Siempre me gustó el fútbol, lo jugué (por cierto, bastante mal) hasta que las rodillas me dijeron basta, lo miré y lo miro por televisión todo lo posible (antes un poco más), aunque no soy un asiduo visitante de las canchas. Por supuesto un Mundial siempre tiene una magnitud superior, más allá que hace tiempo que la selección Argentina no me conmueve. Quizás desde los tiempos de disciplinamiento impuestos por Pasarella como DT en el mundial del 98.

Claro que llegué a disfrutar sobre el fin de mi niñez de la Argentina del 78 y la del 82 aunque en este último caso nos volvimos ante de los esperado; y con sus diferencias también a la del 86. No muchas más me conmovieron, me ilusioné con la de Basile del 94 hasta que el maldito doping de Maradona me bajó de golpe. Ninguna expectativa me dio la de Bielsa, por más que iba como favorita, no concuerdo con su filosofía que prioriza al jugador corredor antes que al que mejor juega a la pelota. Me ilusionó un poco la del 2006 de Pekerman, aunque nunca entenderé que le pasó que sacó a Riquelme contra Alemania. Nada, absolutamente, confié en la selección del 2010 con Maradona de DT y tampoco en la de Sabella del 2014, aunque ahí me equivoqué bastante.

Y la actual parece una verdadera incógnita, Sampaoli no sé quién y qué es, tampoco sé a qué juega, tiene pocos partidos con la selección y en esos pocos cambio todas las veces el equipo. Encima llegamos al Mundial casi sin amistosos previos, con el papelón de Israel como antecedente. Pero tenemos a Messi…

Debo insistir en confesar que el fútbol me puede, es el único espacio en el que me permito el fanatismo, eso que hace tan mal cuando se traslada a otros ámbitos, sobre todo a la política. Los argentinos somos muy propicios a los fanatismos, somos pasionales dicen algunos, pocos racionales podríamos sostener también

Borges nos dijo que el fútbol es estúpido, quizás nos quiso expresar que el fanatismo es estúpido, quiero creer eso. Mientras tanto ojalá que esta vez la selección Argentina me vuelva a conmover, ojalá me vuelva a sentir un estúpido.

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