MúsicaPara las almas sensibles: Pez en el Ideal

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¿Cómo habrán sido los recitales en los 70s?. A los que nacimos apenas después de la década hippie y no pudimos ir al BA Rock, el último domingo se vivió en el teatro Ideal una jornada como las que, presumo, se vivían antes. Con Pez como plato fuerte en la selección musical, la gente de Hinojo Producciones (con el apoyo del Gabinete Joven de la provincia) recreó una atmósfera de comunión artística muy poco frecuente en la ciudad.

 

Con un hall central plagado de cuadros, fotografías e instalaciones firmadas por varios artistas sub-30 locales, ya se anunciaba una fuerte apuesta por el disfrute de los concurrentes (quienes agotaron las localidades en ¡dos horas!).

Luego de las actuaciones de Manjula y Son (grupos que sorprendieron por el tremendo nivel musical que ofrecieron esa tarde, con apenas unos pocos años en los escenarios) llegó el turno de Pez, justo cuando la noche aplastó a la tarde soleada.

Si bien al comienzo Ariel Minimal (frontman, guitarrista, cantante y el “puto amo” del grupo) renegó bastante con la afinación de su instrumento, la banda entregó un primer set explosivo, para el disfrute de los más de 300 fans que, acomodados en las butacas del Ideal, sacudían las cabezas ante el power característico de la banda (formando otra postal setentosa). Lamentablemente cuando el baterista Franco Salvador dio los primeros compases para que empiece a sonar “Fuerza”, el show fue detenido por segunda (y última) vez, cuando los músicos comprobaron que la lista de temas no estaba del todo en orden.

Pero luego la historia fue otra. Minimal se entregó a la música y se despachó con un set list ideal para los fans. “Betti al desierto”, “Desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar”, “La estética del resentimiento”, “Introducción declaración adivinanza”, junto a la presentación de un puñado de nuevos temas, aportaron los climas exactos que las canciones proponen, gracias al ajustado sonido que demostraron los artistas.

Y el sabor setentoso se sintió especialmente con un gran solo del tecladista Pepo Limeres, que con los sonidos espaciales lanzados desde su sintetizador hizo volar la mente de más de un espectador. Pero el espíritu apareció también cuando; luego del descalabro punk de las primeras canciones que se mezclaron con la propuesta blusera de la mitad del recital; los Pez pisaron nuevamente el acelerador sobre el final (justamente con “Ultimo acto”) para elevar la vena psicodélica a su máximo nivel. Y muchos se acordaron que antes existió otro pescado (uno rabioso), que hacían reventar los teatros con una energía rockera muy similar a la que expidieron los Pez la noche del domingo.

Los 70 terminaron, pero la actualidad musical tiene un gran nombre en sus filas, y es Minimal. Y Minimal tiene una gran banda, que se llama simplemente Pez.

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