El equipo mañanero de TN entrevistaba al responsable de salubridad de la provincia de Buenos Aires. Mientras el funcionario explicaba que estaban activados los protocolos en todos los hospitales de su provincia, debía soportar una leve música catástrofe. El ébola ya había llegado a los hogares en la forma de miedo.
Un posible cuadro de ébola en Brasil despierta la alarma, ¿pasó por argentina el Guineano Souleymane Bah en su camino a Río Grande do Sul? Migración descartó que el vuelo que lo llevó de África al sur de Brasil hubiera pasado por aquí. Estábamos solo ante un eventual caso, ya aislado en Brasil, pero esta vez era Telefé quienes nos advertía de un posible brote del virus en el país, que bajaría rápidamente desde Misiones -la supuesta escala argentina de Bah– hasta donde verdaderamente le importa a la pantalla: Buenos Aires.
“Frente a versiones periodísticas originadas en Brasil, la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, dependiente del Ministerio del Interior y Transporte, informa que el ciudadano guineano Souleymane Bah, quien presenta sintomatología que podría estar compatible con ébola en Brasil, no registra ningún ingreso a Argentina”.
No importa, el espectador ya se siente viviendo en la película de Dany Boyle, 28 days later: zombies furiosos infectados con un misterioso virus corren por las calles vomitando su sangre a los pacíficos ciudadanos. Toda Gran Bretaña termina contagiada.
Aún no hay un brote fuera de los países en los que se desató la enfermedad. Los únicos casos detectados en Europa y los Estados Unidos han sido rápidamente aislados. Sin sólo caso confirmado en Sudamérica, los medios argentinos prefieren hacernos sentir que el riesgo de una catástrofe apocalíptica es inminente. Nosotros parecemos disfrutar del espectáculo.