El empresario televisivo y productor Alejandro Romay, popularmente conocido como “el Zar de la Televisión, falleció hoy jueves 25 de junio a los 88 años, según confirmó el entorno familiar a Teleshow. La última aparición pública de Romay fue en abril de 2011, cuando acompañó a su nieta Sabrina al primer ensayo musical de “Dora, la exploradora”, obra de la que ella era productora.
Romay inició su carrera en los medios porteños llegando desde su Tucumán natal, en donde había desarrollado una intensa actividad en la radio de trabajar de locutor en la radios provincial –Romay nunca perdió su entonación propia de la locución radial-. Dirigió el capitalino Canal 9 (de 1963 a 1974 y de 1984 al 1997). Romay fue el único de los propietarios de una cadena de televisión privada que pudo recuperar su medio durante el comienzo de la democracia, ya que no había aceptado la indemnización sufrida producto la expropiación realizada por la entonces presidente María Estela Martínez de Perón.
Su emisora logró convertirse en una de las más fuertes del espectro nacional con ciclos como Música en Libertad, Alta comedia, Almorzando con Mirtha Legrand, El hombre que volvió de la muerte, Titanes en el ring, Feliz Domingo y Simplemente María.
El gobierno de la inefable “Isabelita” de Perón le confiscó con un grupo de matones, que lo echó a pistola. Con la vuelta de la democracia, Romay recuperó la licencia el 24 de mayo de 1984. A partir de ese momento lideró el rating sobre los canales 13 y el 11 (que también habían continuado en manos del estado durante el llamado Proceso Militar y así sería hasta el gobierno de Carlos Menem). En los 80s continúo liderando el rating con programas como el noticiero Nuevediario, la telenovela Amo y señor y el humorístico Las gatitas y los ratones de Porcel. Ya en los 90s logró exportar telenovelas como “Más allá del horizonte” y “La Extraña Dama”.
De acuerdo a los historiadores de los medios, su rol en el ámbito teatral también fue clave. Produjo varias obras y fue propietario de El Nacional y el Argentino. Esta sala fue destruida por una bomba en 1973 cuando estaba por estrenarse Jesucristo Superstar. El Nacional también sufrió una destrucción por un incendio en 1982. Las versiones de esa época indican que la última dictadura militar estuvo involucrada en ese ataque, molesta por un sketch de la revista Sexcitante. El Nuevo Teatro Alcalá de Madrid también estuvo a su cargo.