PolíticaMuertes: violencia política, ajustes de cuentas, narcotráfico, inseguridad: los casos que marcaron la era Kirchner

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“Yo puedo salir muerto de esto.” Las palabras del fiscal federal Alberto Nisman a pocas horas de sorprender y paralizar al país con la denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner por un supuesto encubrimiento de los responsables iraníes del atentado contra la AMIA resultaron premonitorias. Y su muerte, una semana después, de la que aún no hay pistas claras, provocó un terremoto político del que todavía no es posible vislumbrar sus consecuencias.

De lo que no hay duda es de que el ¿asesinato-suicidio-suicidio inducido? puede haber marcado un punto de inflexión para el Gobierno, en particular.

Pero no fue el primero. El caso de Nisman se suma a un listado de crímenes, desapariciones y muertes que marcaron a fuego los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y que conmovieron a la opinión pública.

La muerte de quien estuvo durante 14 años a cargo de la investigación de la causa AMIA se puede enmarcar en una serie de hechos producto de la violencia política, la inseguridad, los ajustes de cuentas entre distintos sectores de los servicios de inteligencia, el narcotráfico o la desidia estatal que, por su impacto social, desnudaron falencias estructurales y contribuyeron a profundas reformas en los últimos 12 años.

El caso de Nisman se suma a un listado de crímenes, desapariciones y muertes que marcaron a fuego los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y que conmovieron a la opinión pública

La bala que mató al militante del Partido ObreroMariano Ferreyra y que “rozó” el corazón de Néstor Kirchner, según confesó la propia Presidenta en un acto en agosto de 2012. El tiro que salió desde una patota sindical que respondía al histórico secretario general de la Unión Ferroviaria, José Pedraza. La muerte del maestro Carlos Fuentealba. El asesinato del”Lauchón” Viale, agente de contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, hombre de máxima confianza de Antonio Stiusso, señalado por el Gobierno como presunto responsable de la muerte de Nisman.

El 20 de octubre de 2010, Ferreyra recibió un disparo en el pecho cuando participaba en una manifestación de trabajadores tercerizados para exigir el pase a la planta permanente en la línea Roca. El tiro partió de un grupo de la Unión Ferroviaria que se acercó al lugar para evitar el corte que planeaban los manifestantes; la policía había liberado la zona.

El caso golpeó de lleno el corazón del poder sindical. Por primera vez, uno de los jerarcas de la burocracia sindical, José Pedraza, terminaba preso. El ferroviario recibió una condena de 15 años por instigar el crimen.

El asesinato del agente de inteligencia Tomás “Lauchón” Viale podría tratarse de la primera muerte en la guerra que estalló en el submundo de los espías, en la que también se enmarca el caso Nisman.

La madrugada del 9 de julio de 2013, minutos antes de las 6, policías del Grupo Halcón de la bonaerense irrumpieron en su casa de La Reja, en Moreno. “El Lauchón” Viale, que durante 30 años trajinó los pasillos de la ex SIDE, no dudó: sabía por qué iban a buscarlo. Su muerte estaba decretada. Intentó defenderse, pero murió acribillado. Cómo relató LA NACION hace poco más de dos meses, fueron 11 orificios de bala, uno en la cara y seis en el tórax, que abrieron un misterio más de los tantos que en la Argentina combinan crimen y política, bajos fondos y altas esferas, y que, por eso, nacen condenados a la impunidad.

Ocho años sin justicia es lo que suma la desaparición de Jorge Julio López, el albañil secuestrado y torturado durante la dictadura. La última vez que alguien lo vio fue el 18 de septiembre de 2006, cuando salió de su casa para presentarse durante los alegatos de la querella contra el represor y ex director de Investigaciones de la policía Miguel Etchecolatz (fue uno de los testigos clave del juicio); desde ese momento nadie supo más de él.

“El caso López es una de mis grandes frustraciones”, dijo Néstor Kirchner en 2008. Cuando se conoció su desaparición, leyó un discurso por cadena nacional en el que apuntó a los que buscaban el “olvido”. Y agregó: “Sepan todos que este presidente no avalará ninguna ley de amnistía; la sociedad argentina es la agredida por el accionar mafioso”.

El secuestro que terminó con la muerte de Axel Blumberg mutó de hecho policial a escándalo y posterior conmoción política. Juan Carlos , el padre del joven asesinado cuando intentaba escapar de sus captores en la localidad de Moreno, se convirtió en el vocero de un reclamo que unió a gran parte de la sociedad.

Fueron varias marchas las que organizó Blumberg; la más importante fue la del 1° de abril de 2004. Ese día, más de 150.000 personas se reunieron cerca del Congreso para reclamar seguridad y mayor severidad en las leyes contra el delito, lo que provocó la respuesta de Néstor Kirchner. “Hay que limpiar la policía bonaerense. Si la situación no se toma en serio, se hace muy difícil, a veces, luchar solo”, dijo.

Por la crisis que provocó el caso, el Congreso sancionó la ley Blumberg, que elevó las penas mínimas y máximas para la portación de armas y para los robos cometidos con ellas. También aumentaron los castigos de los secuestros extorsivos seguidos de muerte, entre otras medidas.

EL TRIPLE CRIMEN

Durante seis días se los tragó la tierra. El 13 de agosto de 2008 los cuerpos de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón fueron descubiertos en un zanjón, a unos 650 metros de la ruta 24, en General Rodríguez. Las víctimas tenían los pies y las manos atadas con precintos plásticos. Bina y Ferrón habían recibido cuatro tiros; Forza, ocho. El hallazgo sacudió a la sociedad.

Pero lo que vino después golpeó con fuerza al kirchnerismo, ya que la causa del triple crimen de General Rodríguez se conectó con la investigación de la ruta de la efedrina y sus vinculaciones con aportes a la campaña presidencial de Cristina Kirchner y Julio Cobosen 2007. El punto de contacto fue Forza, que aportó 200.000 pesos a través de su laboratorio Seacamp SA.

Diciembre de 2013 será recordado como un mes de luto en la Argentina. La violencia que se propagó en el país por la protesta de policías en reclamo de mejoras salariales dejó un saldo de 14 muertos. Y mientras en algunas provincias aún lidiaban con los saqueos y la violencia, la Presidenta participó del acto por los 30 años de la recuperación de la democracia. Su baile en el escenario recibió críticas de todo el arco opositor.

Como resultado, el Congreso aprobó una ley para sancionar a los uniformados que abandonen sus puestos sin justificación; podrán sufrir penas de hasta ocho años de prisión.

Fueron cinco años y ocho meses de golpear puertas, de visitar comisarías, hospitales y despachos oficiales. Cinco años y ocho meses de angustia antes de que la familia de Luciano Arruga obtuvo respuestas: el cuerpo del chico de 16 años que había desaparecido la madrugada del 31 de enero de 2009 estaba enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Según se reconstruyó, Arruga intentó cruzar la avenida General Paz y fue atropellado; el conductor, de 21 años, llamó al 911 y una ambulancia del SAME trasladó al adolescente al hospital Santojanni, donde murió.

Según denunció la familia, Arruga había sido asesinado por la policía por haberse negado a robar para ellos. Su hermana contó que a Luciano le habían ofrecido armas, autos y dejarle “zonas liberadas” para que cometiera robos bajo “protección policial”. La investigación desnudó una trama oscura en la que se demostró cómo la policía utiliza a los jóvenes para delinquir.

Otros casos que también provocaron tembladerales políticos durante estos 12 años fueron la muerte del oficial Jorge Alfredo Sayago, el 7 de febrero del 2006, durante una manifestación en Las Heras, provincia de Santa Cruz. El año pasado la Presidenta habló de su muerte en cadena nacional para solicitar el fin de los cortes de rutas como método de protesta.

También, el del profesor de química Carlos Fuentealba, asesinado a quemarropa por la espalda por un policía de la provincia de Neuquén durante una manifestación. Su muerte terminó con la carrera política del entonces gobernador Jorge Sobisch.

Son casos que golpearon, que provocaron cambios. No son los únicos: hubo muchos más. Entre ellos, el asesinato del empresario santacruceño Raúl Espinosa, los efectos del asalto a Carolina Píparo o las víctimas que dejó la toma del Indoamericano. Muertes que movilizaron a la sociedad y sacudieron a la política, que invariablemente respondió tarde. Desapariciones que quedarán para siempre ligadas a la historia de estos últimos 12 años.

CRIMEN Y POLÍTICA

Los casos más resonantes de la era kirchnerista

23/3/2004

Axel Blumberg

El joven estudiante fue asesinado cuando intentaba escapar de sus captores, que lo habían secuestrado seis días antes. Su padre organizó una marcha en el Congreso que convocó a 150.000 personas para reclamar por seguridad.

7/2/2006

Jorge Alfredo Sayago

Al policía lo mataron trabajadores petroleros que protestaban en la localidad de Las Heras, provincia de Santa Cruz.

18/9/2006

Jorge Julio López

Secuestrado y torturado durante la dictadura, salió de su casa ese día y desde entonces está desaparecido. Fue un testigo clave del juicio al represor Miguel Etchecolatz

5/4/2007

Carlos Fuentealba

Fue asesinado por la policía durante una manifestación de docentes en Neuquén. El caso terminó con la carrera política del gobernador Jorge Sobisch.

13/8/2008

Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón

Fueron hallados muertos en un zanjón en General Rodríguez tras haber sido secuestrados. Luego se supo que Forza tenía una droguería que aportó 200.000 pesos para la campaña de Cristina Kirchner. El caso se vinculó con la ruta de la efedrina.

31/1/2009

Luciano Arruga

El joven desapareció ese día y su familia no tuvo noticias de él hasta octubre de 2014, cuando se descubrió que había sido enterrado como NN en la Chacarita. Según la familia, se había negado a robar para policías bonaerenses.

20/10/2010

Mariano Ferreyra

Militante del Partido Obrero, participaba de una protesta de trabajadores tercerizados cuando recibió un disparo en el pecho de una patota de la Unión Ferroviaria.

9/7/2013

Tomás “Lauchón” Viale

Agente de inteligencia, murió acribillado en su casa por efectivos del Grupo Halcón, de la policía bonaerense. Fue la primera muerte en la guerra de los espías.

 

Fuente: LA NACION

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