PolíticaMacri ya no baila: el triunfo ajustado de Larreta lo obliga a un serio replanteo de su estrategia electoral

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El bunker de los ganadores no lograba disimular una sensación agridulce. El de losperdedores, vivía una euforia con gusto a revancha. Los partidos que no participaron festejaban por lo bajo la reñida elección y sacaban la calculadora para determinar cuánto ganaban con el resultado.

Los encuestadores se asumían como los grandes perdedores de la jornada. Así se vivió el balotaje porteño, con algunas sorpresas y también con confirmaciones.

Los analistas habían previsto que una derrota del PRO habría significado lisa y llanamente“una catástrofe” para las aspiraciones presidenciales de Mauricio Macri.

Eso no ocurrió, pero tampoco el triunfo holgado que los sondeos habían previsto. De manera que lo que quedó fue algo intermedio, casi una victoria pírrica: Macri ganó pero dejó un tendal de dudas.

“Después de este resultado, el PRO deberá hacer un profundo replanteo de su estrategia electoral”, apuntó el politólogo Rosendo Fraga tras conocerse las cifras finales.

La expresión de Horacio Rodríguez Larreta (51,6%) parecía confirmar esa opinión. Se vio enproblemas para arengar con desesperados gritos de “vamos, vamos” a una militancia PROque no lograba salir de su estado de shock y entrar en clima de festejo.

En las próximas horas vendrán los análisis con lupa sobre qué pasó en la Ciudad. Sin embargo, una mirada superficial sobre los números de las comunas permite sacar una primera conclusión: Martín Lousteau (48,3%) ganó allí donde antes, en la primera vuelta, el kirchnerismo había tenido una buena elección.

Es decir, más allá de que no haya existido un llamado explícito de Cristina Kirchner a votar por él, el público kirchnerista hizo su propia lectura política del balotaje. Concretamente, tomó la decisión de sufragar en favor del candidato que podía complicar las chances de Macri.

El voto en blanco, que durante las últimas semanas fuera objeto de duras polémicas y que motivó la preocupación de Lousteau (por el exagerado tamaño que esa opción tenía en la pantalla diseñada por la autoridad electoral) finalmente fue un fantasma de papel.

Fue de poco más del 5% y se mantuvo en un nivel similar al promedio histórico de los últimos tres balotajes porteños. Es de presumir que haya reunido a bastante público que en la primera vuelta había optado por los candidatos de izquierda.

Pero acaso el peor enemigo de Rodríguez Larreta -y la explicación del error en las encuestas- haya sido el elevado ausentismo.

Por un lado, una sensación de que la elección ya estaba decidida. Por otro, el subestimado factor de las vacaciones de invierno.

Ambos hicieron su aporte para que la cifra de no concurrentes se elevara a casi un 30% del padrón.

A fin de cuentas, como le gusta remarcar a la Presidenta en sus discursos, el país está viviendo un boom de turismo, tanto nacional como externo, y los porteños rankean en primera posición entre los que más viajan.

A primera vista, parecería que entre quienes no sufragaron había una mayoría que enprimera vuelta había elegido a Rodríguez Larreta.

Coreografía accidentada
Más allá del resultado y del voto inconfeso de los kirchneristas hacia Lousteau, todos sabían que más que elegirse al jefe de gobierno porteño, lo que estaba en juego era la carrera presidencial de Macri.

En el PRO, todo estaba preparado, ensayado y coreografiado para que la jornada electoral de la Ciudad terminara siendo una excusa para que diera un discurso dirigido a una audiencianacional.

No fue como él lo había soñado. La idea era que, jugando de local, una victoria holgada en su“cancha” de Capital hiciera olvidar las decepciones del PRO por la derrota en Santa Fe y las dificultades para hacer pie en otras contiendas provinciales.

La idea inicial era que bajo la lluvia de papel picado y abrazado a un victorioso Rodríguez Larreta, Macri reafirmara su fuerza como partido de proyección nacional que se anima adesafiar al peronismo.

El resultado exiguo, en cambio, instalaría otra vez dudas sobre su fuerza real o grado de alcance. Y esto último es lo que se notó en esos pequeños gestos de los que está hecha la política.

Por ejemplo, la demora en salir a dar un discurso -a pesar de que ya estaba claro el resultado final- las caras que denotaban preocupación y hasta en el tipo de alocución que hizo.

Paradójicamente, terminó reivindicando banderas de su rival. Se refirió a la Asignación Universal por Hijo o las bondades de una YPF estatizada, casi apropiándose por un momento del relato kirchnerista.

Se notó el cambio de clima hasta en el ánimo de los otros candidatos, aquellos que no tenían previsto jugar un rol protagónico.

En las filas de Sergio Massa los resultados de los comicios fueron recibidos con alegríaindisimulable, mientras que Daniel Scioli se apuró a afirmar que la gran elección de Lousteau “debe dejar inquieto y preocupado al macrismo”.

Por lo pronto, tanto Massa como el radical Ernesto Sanz -que tuvo sus 15 minutos de fama televisiva en el “festejo de la derrota” de Lousteau- parecen estar sacando cuentas para determinar cómo mejoraron sus chances con vistas a las PASO.

Giro en el discurso macrista
Macri, si bien no podía ocultar el shock por lo ajustado del resultado, demostró que tampocoestaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad para dar un discurso que pareció, en realidad, el esbozo de un plan de gobierno.

Incluso mostró matices que lo alejaron de su “speech” clásico -vinculado con la eficienciaen la gestión y con tema recurrente de la inseguridad- para tocar temas del ideario peronista, como la pobreza y la ayuda mediante el subsidio estatal.

En otras palabras, se vio a un Macri dando un discurso para una audiencia que excedía al votante del PRO y que aspiraba a llegar al corazón del mundo peronista.

Tomó el desafío -chicana que siempre le plantea Cristina Kirchner y últimamente Scioli y Massa- de responder con claridad sobre puntos específicos del plan de gobierno y buscódejar en claro su estrategia.

Para no asustar a los electores -que todavía tienen fresca la herida del 2001- trató de tomar distancia de la “mala privatización” de los ’90 y se esforzó para que su imagen no estéasociada a la del candidato del ajuste.

Menciones explícitas a la Asignación Universal por Hijo, al mantenimiento de Aerolíneas y deYPF en manos estatales, la confirmación del sistema jubilatorio bajo la gestión de la Anses,todo pareció destinado a limar las aristas “noventistas” que todavía tiene su imagen y la del PRO.

También quedó en claro que su estrategia no sólo tiene un costado defensivo sino uno de ataque. Está determinado a pegarle a Cristina Kirchner donde más le duele. 

Es decir, apuntó a arrebatarle la bandera de la “inclusión social” y a hundir a fondo el puñal de las estadísticas de pobreza, que cuenta con el aval tácito de la Iglesia católica.

Lecciones de Macri para Scioli
Los próximos días aportarán más claridad respecto de si la imprevista dificultad del PRO en Capital terminará haciendo mella en sus aspiraciones presidenciales.

O si, por el contrario, ocurrirá lo que algunos politólogos creen: que comenzará una nueva carrera, desde cero, con su lógica y dinámica propia y en la que se tratará de que no incidanlos resultados provinciales previos.

Todavía es pronto para saberlo y, por cierto, los números del balotaje porteño llaman a tomar con extrema cautela los sondeos de opinión pública.

Lo cierto es que los comicios en la Ciudad quedaron atrás y ahora sí la carrera presidencialentró en esa larga recta en la que los contendientes deberán acelerar para medir la potencia de sus motores y la pericia de su “escudería partidaria”.

Macri tuvo otra oportunidad de concitar la atención nacional. No como la había soñado, es cierto, pero al menos pudo exhibir una victoria para presentarse como presidenciable.

Un protagonista inesperado fue Lousteau, quien dio un discurso que excedió la temática meramente municipal, al punto que quedó flotando la sensación de que, más que concluir una campaña para la Ciudad, podría estar iniciando una con aspiraciones mayores con vistas al 2019.

En todo caso, hubo un empujón en el ánimo de los militantes radicales que esperan que Ernesto Sanz le dé un susto a Macri en las PASO, de la misma manera que Lousteau se lo dioa Larreta.

Y, por cierto, el gran espectador que ayer no dio discursos pero que jugaba indirectamentesu estrategia de campaña era Scioli.

En público está festejando el apuro por el que pasó Macri. En privado, es posible que su equipo celebre un incremento en las posibilidades hasta de triunfar en primera vuelta en octubre.

Pero también es seguro que, en su fuero íntimo, habrá sacado lecciones valiosas sobre loarriesgado que puede ser un balotaje, aun cuando un candidato se haya impuesto por una ventaja holgada en la primera instancia.

El exceso de triunfalismo acaso haya sido uno de los peores errores del PRO en esta elección. Scioli tomó nota, mientras acelera en la recta final hacia las PASO.

 

Fuente: iprofesional

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